JEREZ DE GARCÍA SALINAS. Entre las personas que marcharon el domingo en el Pueblo Mágico para pedir justicia por los jóvenes desaparecidos, se unieron los familiares de las víctimas de la violencia, entre ellos los parientes de Toñito, un adolescente violinista que su “único delito fue acompañar a su padre a trabajar”.
Eduardo Antonio, de 15 años, fue una de las víctimas mortales del ataque armado contra los asistentes del bar El Venadito. El 27 de enero, el joven acompañaba a su padre y a otros músicos para amenizar el local, pero esa noche sería la última de su vida.
En la marcha del domingo se podía apreciar a una mujer que no ocultaba su dolor, de su rostro rodaban infinitas lágrimas y en un grito ahogado se escuchaba: ¡Justicia!, es lo que pide la hermana de Toñito, como le decían de cariño a Eduardo Antonio.
Le quitaron sus sueños
“Con su muerte se perdió una vida que apenas comenzaba, con sueños y metas. Toñito era un muchachito trabajador, entusiasta, que sabía lo que quería hacer para construir su futuro, pero se lo arrebataron”, detalló la hermana de Toñito.
Puntualizó que su mayor anhelo es que se haga justicia para el menor de 15 años, quien “aprendió de su padre el amor a la música, la cual pretendía estudiar de manera formar y comenzó al acudir a la Escuela Municipal de Música”.
Con una voz quebrada debido al llanto y al dolor, la mujer aseguró que Eduardo Antonio planeaba ir a Zacatecas a continuar sus estudios, “tenía sueños bonitos, quería figurar, era un muchacho trabajador, pero le robaron sus metas, sus aspiraciones; él empezaba en el mariachi, era nuevo, pero le echaba muchas ganas a todo, lamentablemente le arrebataron sus sueños”.
Sin lograr contener el llanto, la hermana de Toñito dio un rotundo no a las festividades en el municipio, “no deberían [realizarlas], es una falta de respeto, hay muchas personas en peligro, muchas víctimas y no deberían festejar, ¡queremos justicia!”