FRESNILLO. El oficio de lechero representó para muchas familias un fácil acceso a un producto económico de la canasta básica en todo el país. Actualmente, este noble trabajo se puede considerar “en peligro de extinción” por varios factores: la industrialización de lácteos de empresas nacionales, el encarecimiento de alimento para el ganado y el nulo apoyo a pequeños productores en el estado.
En Fresnillo son pocas las personas que aún viven de este oficio, como es el caso de Fernando Tiscareño, quien desde hace 23 años, en compañía de su esposa Celia Flores, recorre varios kilómetros para vender leche y queso de lunes a viernes.
Provenientes de El Tepetatillo, viajan diariamente a El Mineral para vender sus productos en algunas colonias como Del Valle, El Vergel, Lomas de la Fortuna, Esparza, Minera, Centro, Minera e Industrial, entre otras.
“Empecé a vender leche hace 23 años porque vivimos una sequía que terminó con las cosechas. Lo que comenzó como un oficio se convirtió en el principal sustento de mi familia. Tengo clientes que compran diario, otros cada tercer día y consumidores que piden una vez a la semana”, manifestó.
El lechero reveló que la gente consume su producto por que les gusta el sabor y el valor nutricional.
Aceptó que para algunas personas es más fácil adquirir leche y quesos en la tienda, pero reconoció que “no hay nada mejor que lo natural”, matizó Tiscareño Vázquez.
Acerca de sus precios, el litro de leche lo vende a 17 pesos, el queso a 32 pesos la pieza y sólo por encargo trasladan jocoque y requesón.