Los Barrios Mágicos de Zacatecas (I)
A finales del año pasado, la Secretaría de Turismo a nivel federal presentó un nuevo programa que supone cierta continuidad con los llamados Pueblos Mágicos. Ahora, ciudades capitales del todo el país con zonas históricas y tradicionales, podrán obtener el nombramiento de Barrios Mágicos, una designación que atraiga al turismo y dé un valor agregado a los espacios que, por pertenecer al ámbito urbano, no pueden formar parte de una declaratoria como la de los pueblos mágicos. Actualmente ciudades como la capital del país, Chetumal y San Luis Potosí ya cuentan con sus propios barrios mágicos que han impulsado a través de medios de comunicación y diversas plataformas. Sin embargo, lo interesante es que estos espacios urbanos, comúnmente vinculados a las zonas más antiguas y tradicionales de las ciudades, tienen la oportunidad de ser revalorados para volverse centros dinámicos no solo para el turismo, sino para los propios habitantes. No sabemos si este nombramiento esté llegando a Zacatecas, sobre todo, porque ya poseemos uno mayor otorgado por la UNESCO. Pero pensar en esas zonas que no son necesariamente céntricas pero sí históricas, nos puede ayudar a visibilizar partes de nuestra ciudad que por periféricas han sido olvidadas, no obstante estar llenas de historia y cultura.
Si hiciéramos un ejercicio de imaginación dentro del cual propusiéramos varias zonas típicas enclavadas en la ciudad de Zacatecas que entren bajo esta denominación de Barrios Mágicos, sin duda tendríamos que empezar con los barrios más antiguos, los llamados “barrios” o “pueblos de indios”. Su formación, muy ligada a los avatares históricos del proceso de colonización, obedeció a un proceso repetido en varios centros urbanos de la otrora Nueva España, donde el núcleo poblacional español se situaba dentro de una traza urbana principal o central y en las periferias se establecía el lugar de poblamiento de los “indios” -como decían entonces- o en términos actuales, de los pueblos originarios. Sin embargo, aunque originalmente los barrios indígenas se pensaban como unidades poblacionales alejadas de la traza principal, las fronteras se desdibujaron a lo largo del tiempo para terminar siendo un solo centro urbano.
La idea original de separar a la población indígena tenía su origen en la política española de prohibir la convivencia entre los distintos segmentos de la población, aunque como acabamos de mencionar, esto jamás se logró en la práctica. Entre las prerrogativas existentes, pertenecer a un pueblo de indios implicaba el derecho de gobernarse a sí mismos y de poseer tierras, ganado, bienes, entre otras cosas. En el centro de México los pueblos o barrios indígenas se emplazaban en el territorio que antigua y consuetudinariamente les correspondía según la organización prehispánica. Pero al norte de la Nueva España las cosas eran distintas, pues como sabe, la población originaria era más dispersa, sedentaria y menos numerosa que en el centro y sur del actual territorio nacional.
En los poblados mineros como el nuestro, arribó un buen número de mano de obra indígena de otras latitudes. Es bien sabido que ciudades como Saltillo, San Luis Potosí y Zacatecas tenían un barrio de tlaxcaltecas establecidos con dos motivos: servir de mano de obra y fungir como población nativa “amiga” de los españoles.
Aquí en Zacatecas se llegaron a establecer cinco pueblos de indios conformados por naturales de diferentes etnias, quienes llegaron a las minas de esta ciudad como mano de obra. Tarascos, tlaxcaltecas, mexicas y texconanos se fueron instalando en las inmediaciones del primigenio Real de Minas a lo largo de los cuatro puntos cardinales. A este punto, estimado lector, seguramente se estará preguntando por qué no mencioné a los zacatecos. Los zacatecos se nombran poco en los censos de población y lo más probable es que se hayan asimilado en los diferentes barrios en conjunto con otras etnias, pero en las próximas colaboraciones ya estaremos desmenuzando el origen y la conformación de estos barrios indígenas.
Por lo pronto, me gustaría finalizar señalando que, al recuperar la historia de estos primeros barrios, recuperamos una historia de nuestra ciudad que se nutre por tradiciones, devociones, costumbres y diferentes expresiones culturales que aun a la fecha perviven. En este ejercicio de ubicar y darle difusión a nuestros barrios mágicos estaremos dedicando las próximas colaboraciones; hablaremos de su origen, parte de su historia y las facetas que hoy por hoy los identifican. Usted, ¿qué barrios agregaría?