TLAXCALA. Hizo Diego Ventura un gran esfuerzo físico por estar en Tlaxcala. Ya advirtió que lo haría en cuanto se supo de su lesión de clavícula al caerse hace unos días en su segunda faena en San Luis Potosí.
Fue esta una semana de intenso trabajo de rehabilitación para llegar en óptimas condiciones. Y mereció la pena. Primero, por corresponder a la gran expectación generada y que se tradujo en el lleno total de la plaza, otro más.
Y segundo, para estar a la altura de esa misma expectación en forma de tanto cariño como hoy le profesó la afición de Tlaxcala. Por eso no se dejó nada dentro Ventura en una tarde de superación y brillantez.
El Calita, también presente
En este festejo, Ernesto Javier El Calita también hizo lo propio: cortó tres orejas y demostró que el nivel alcanzado debe mantenerlo.
Le tocó el lote más potable de Piedras Negras y supo aprovecharlos a cabalidad; conquistó un público cautivo del buen toreo.
Más corridas
Leo Valadez, por su parte, puso todo, pero no tuvo materia prima: dos toros que no ofrecieron nada.
Diego Ventura saludó a su primero Alburero, de 496 kilos, del hierro de Zacatepec, y lo hizo de manera magistral con vueltas completas. Los recortes llenos de temple apenas en el comienzo, yendo de la mano de Joselito.
El toro apuntó buenas cosas y comenzó la siguiente página, ahora con Velásquez, con mucha clase toreando de costado, dando una vuelta y metiéndose para cambiar el sentido.
Una batida deletreada antes de clavar la primera banderilla, lo que generó gran emoción y sintiendo la franqueza del toro de Zacatepec.
Temerario aguante en la segunda banderilla, en las cercanías, y con un Velásquez entregado que dio el pecho.
Buenas actuaciones
Gitano, un quiebro, una banderilla al violín y el remate con soberbias piruetas fueron el acompañamiento de una escena firmada con la espectacularidad y magia de Ventura que volvió a cautivar a México.
Fado, y las tres banderillas cortas fueron ese colofón que mantuvo a tope la expectación. Soberbio con el Rejón de Muerte el toro dobló con prontitud, aún con la mayoritaria petición sólo se concedió una oreja. El toro mereció las palmas en el arrastre lento.
Embajador, de 455 kilos, fue el segundo de la tarde al que Ernesto Javier El Calita saludó con buenos lances a la verónica.
Un quite por navarras acompañó el previo a la Suerte de Varas. Con mando y poder comenzó su faena de muleta, misma que brindó a Marco González, propietario de Piedras Negras, donde procedía este toro.
Fue una faena donde las primeras series fueron por el pitón derecho, trazo largo y profundo, dando paso también a buenas series ejecutadas por el pitón izquierdo.
La faena se fue construyendo con esa entrega, con la inventiva y variedad que le caracteriza. Al final, ajustado con las manoletinas y acertado con el acero, para cortar una oreja.
Lento, pero seguro
Con Rector, de 500 kilos, de Piedras Negras, Leo Valadez firmó buenos pasajes, pero el toro tuvo poca transmisión, muy parado, y sin permitir ese lucimiento. Palmas.
Dulcero, de 484 kilos, quinto de la tarde, de Zacatepec, para Diego Ventura, que apostó todo ante un toro que tuvo menos emotividad. Sin dejarse nada, y en una muestra del más entero profesionalismo, Diego Ventura tiró del toro y consiguió el poder y mando cuando montó a Bronce, la estrella que entregó el alma.
La afición también vibró, sintió cada pasaje de una faena que por titular deberá llevar en mayúsculas CONVICCIÓN.
Cuando la emoción no podría ir a más, un inspirado Ventura fue de la mano de Fado, no sólo con las banderillas cortas, sino con un par a dos manos que hizo que el público le ovacionara de pie.
Y así, llegaban los pasajes finales de una actuación en la que Diego Ventura hizo magia. Cortó una oreja.
Regresa Ernesto Javier
Conquianero, de 452 kilos, Ernesto Javier El Calita de nueva cuenta gustó con el capote, y en la muleta, poco a poco fue construyendo su buena labor, han sido de buen calado los primeros muletazos, donde buscó la clase. La faena se desarrolló con un toro que humilló, que tuvo esa franqueza en la embestida y que permitió al torero desbordarse en inspiración.
Hoy, lo conseguido por El Calita fue un golpe firme, de levantar la mano y recordar que sus últimas temporadas lo han puesto en un alto nivel. Mató de gran estocada y cortó dos orejas.
Al sexto: Gallero, lo protestaron por su justa presencia, la afición exigiendo un cambio que no llegó, y así, un público en contra todo el tiempo. Leo buscó, pero todo resultaba imposible y, así, decidió abreviar.