AGUASCALIENTES. La plaza de toros San Marcos acogió un slogan para la presente temporada: “Aquí nacen los toreros”. Es un escenario por donde han desfilado las más grandes figuras, se han forjado sueños y, tal vez, otros cientos se han quedado en la búsqueda de la grandeza. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los ingredientes para ser uno de esos privilegiados que tocan la gloria, pero lo que sí sabemos es que la entrega es parte fundamental.
Esta vez, en la San Marcos vivimos una gran tarde de toros, no sólo por la entrega de los novilleros Juan Querencia, César Pacheco y César Fernández, sino por el buen juego que han dado los novillos de El Grullo. Es por eso que la emoción se vivió en el tendido. Una buena entrada se reflejó y, por fortuna, todos han salido con un grato sabor de boca. A la postre, un triunfo grande para Juan Querencia, quien cortó dos orejas y salió a hombros.
Gardel, de 380 kilos. Juan Querencia lanceó al abre plaza para rematar soltando la punta del capote. Se mostró firme, con una faena en la que reflejó el buen toreo. Buena expresión al natural, con muletazos de hondura, templados. La faena fue de muy buen corte, pero no se pudo redondear con la espada.
Lito, de 374 kilos. César Pacheco dejó variedad con el capote y con la muleta una entonada faena, de menos a más, con mucha suavidad en el trazo, haciendo bien las cosas ante el de El Grullo, que le exigió. Pacheco venía de un triunfo en Cedral y convenció a la afición a base de buen toreo, plasmando lo mejor por el pitón derecho. También por el izquierdo lo intentó, quedándose el novillo más corto. Palmas pues, al final, la colocación de la espada le privó del triunfo. Palmas al novillo de El Grullo en el arrastre.
Cautivan a los tendidos
César Fernández ha tenido el gran gesto de brindar su faena al equipo de Monosabios, reconociendo su gran labor y entrega de cada tarde en esta plaza. En su faena no tuvo fácil el comienzo: un novillo que se quedaba, con mucho peligro, muy pendiente de sus muslos. El Quitos permanecía firme, quieto, cambiando la muleta a la izquierda, aunque el novillo tampoco lo permitió por este lado. Lo ha buscado y esa apuesta derivó en una serie con mando por derecho. Salida al tercio con fuerza.
Callao, de 516 kilos. Permitió el temple y clase de Juan Querencia, un novillero que cautivó y llenó de emoción los tendidos de la plaza de toros San Marcos. Toreó despacio, muy templado. Qué calidad ha tenido el de El Grullo, que embistió con clase y nobleza; ambos pitones han sido potables, humillado en los vuelos de una muleta bien llevada. La faena importante, destacando el buen toreo de Juan Querencia y el gran juego del novillo. La estocada certera, un premio de dos orejas. El novillo, aplaudido en el arrastre.
Tortín, de 400 kilos. César Pacheco desplegó su entrega, a porta gayola de rodillas y después seis largas cambiadas para emocionar y encender la tarde. Comenzó de rodillas su faena de muleta y qué bien fue esa primera serie. La estructura buena, con un planteamiento sólido que mantuvo al público expectante en una faena de calidad. Series por ambos pitones, con recorrido, temple y ese valor sereno. Las orejas no fueron cortadas por fallar con la espada. El novillo aplaudido en el arrastre. Pacheco dio una vuelta al ruedo.
Cerró plaza un esforzado y entregado César Fernández, que no se dejó, siempre con el paso adelante. Demostró que su paso por Europa ha valido la pena. Desafortunadamente, la faena no pudo ir a más y terminó en palmas.
FOTOS: ABRIL RÁBAGO