Cuando surge el sujeto del cambio empieza los primeros trazos del diseño de la obra. Ojalá y este esfuerzo caiga en terreno fértil.
Al referirnos a los sujetos de cambio, necesariamente hemos de pensar que, como organización, éstos son capaces de ser parte del diseño de estrategias, de asumir compromisos más allá de la inmediatez y la resistencia estatalista.
Esta afirmación genérica requiere cierta elaboración conceptual. Para que una organización social adquiera el estatus de sujeto ha de transformarse de actor en agente y de agente en sujeto. Lo más común es que encontremos a los actores actuando en la vida pública. El actor tiene información e independientemente de su presencia numérica se distingue porque ejecuta las acciones, el agente es capaz de imaginar y forjar su comportamiento, e incluso, prefigurar y predecir su proceso y sus resultados inmediatos. Esta es una diferencia clave que se advierte cuando se logra develar que existe una práctica orientada por una reflexión que le antecede y que permite darle un sentido; mientras que el sujeto, además de obrar y reflexionar como lo hace el agente, lo supera en la medida en que es capaz de elaborar una mirada estratégica que trasciende el promedio de las personas y por tanto, es parte de los procesos de cambio social; entonces: el sujeto es un artífice de su destino y de la historia. En este caso, no importa que el sujeto no absorba en su membresía a la mayoría de los ciudadanos, lo que interesa es que cuenten con la suficiente fuerza organizativa y capacidad para formular propuestas globalizadoras de su sector social y de aquellos fenómenos vinculados a él. Por tanto, a mayor nivel de organización, menor universo representado, pero mayor capacidad de elaborar propuestas estratégicas para la sociedad. Esto mismo tiene validez para analizar las prácticas que rebasan lo local y terminan convirtiéndose en esquemas de reflexión que reconocen la mutirrelacionalidad de lo local, regional y nacional.
Este 29 de marzo de 2023, por invitación de Ulises Mejía Haro, expresidente municipal de la ciudad de Zacatecas, ante un nutrido grupo de académicos de distintas instituciones de educación superior del estado, presenté una exposición sobre la necesidad de un sujeto de cambio para Zacatecas, con capacidad de asumirse más allá de las prácticas de aldea e incidir en la vida nacional. Por cierto, Zacatecas no cuenta con ese sujeto, pero, en la historia han aflorado proyectos que se acercan a ese concepto: Enrique Estrada, gobernador del estado en 1917, ideó un proyecto agrario de propiedad mixta que se adelantó al reparto agrario nacional de 1934 y que tomó forma en lo que conocimos como la formación de las colonias agropecuarias. Para 1930 ya se habían fraccionado en Zacatecas más de un millón de hectáreas entre los agricultores locales y de ello nació el principal granero del país aportando la tercera parte del frijol nacional. Por los resultados de este proyecto Enrique Estrada puede ser considerado un federalista.
Diagnóstico y
método para un
proyecto nacional
Con frecuencia, la falta de experiencia conduce a diagnósticos pormenorizados, que van al detalle, donde toda la información tiene el mismo interés y nivel de importancia. Ese método no permite clarificar la intervención con eficacia en algún aspecto particular, desencadenando distintas sinergias, incluso opuestas entre sí.
El diseño de las políticas públicas se formula poniendo por delante los objetivos estratégicos; es decir, no contempla la reflexión pormenorizada de todo el universo, por el contrario, la reflexión se concentra únicamente en los objetivos sobre los cuales se pretende intervenir. Una vez que se clarifican los objetivos, de ellos se desprenden las estrategias a seguir, lo cual abarca los sujetos involucrados, prefigurando determinados resultados.
Por tanto, se requiere intervenir a partir de un diagnóstico orientado, buscando impactar en determinados ámbitos y al mismo tiempo atender lo general, pero, sin perder el rumbo estratégico. Esta forma de proceder es parte del ABCD en el diseño de la política pública y de un gobierno que se orientará por la experiencia de la política de la planeación y la intervención social.
Al plantear así las cosas, el panorama se aclara a tal grado que es posible prefigurar no sólo los ámbitos que se verán intervenidos, sino los sectores sociales que se convertirán en aliados naturales. Entonces, el discurso ha de reflejar la cercanía y si es necesario, la alianza con los sectores que se habrán de convertir en los agentes de cambio. De esta forma se crea una retórica política permanente y una narrativa congruente con la política pública que se impulsará.
Esta manera de proceder constituye una guía para la intervención eficaz; pero, de ninguna forma constituye una camisa de fuerza que impida tomar decisiones sobre problemas nuevos que inevitablemente se presentarán durante su operacionalización.
Se requiere distinguir claramente cuál es la estrategia del proyecto enunciado. Esta debe servir como el “mapa de orientación” o la “carta de navegación”, tomando decisiones que servirán de afinación, sobre todo cuando se presenten nuevos desafíos.
Se requiere trascender la mirada local. Esta ha sido una deficiencia en la elaboración de los distintos diagnósticos elaborados para la intervención como política de estado.
Identificar para Zacatecas el conjunto de relaciones sociales, económicas y políticas; donde lo local es asimismo regional, nacional y transnacional. Esto es asimismo válido para el país.
Entonces, lo local, es decir, lo espaciotemporal es asimismo regional, nacional y transnacional. Esto abarca la historia, la estructura, las instituciones y los sujetos.
Conclusión
La problemática que plantearemos presenta múltiples relaciones socioespaciales que se requiere develar.
Existen fenómenos más locales que otros, pero, se requiere hacer el esfuerzo por identificar las relaciones que abarcan las estructuras sociales, las instituciones, los sujetos y la posibilidad de su intervención desde un proyecto que reconoce la multiplicidad de los espacios involucrados.