Comunidades de Guadalupe son azotadas por la violencia, por lo que sus habitantes tuvieron que realizar cambios en su forma de vida para velar por su seguridad, como cerrar más temprano los negocios o evitar que los niños jueguen en las calles.
Desde hace algunos meses, esta es la situación de los casi 21 mil habitantes de Tacoaleche, Santa Mónica, Zóquite, La Luz, Casa Blanca, San Ignacio y El Bordo, donde solo dos patrullas de la policía preventiva se encargan de hacer rondines.
Delegados, comerciantes, productores y autoridades eclesiásticas coincidieron en que hay miedo en estos poblados, porque enfrentan desde desapariciones de personas hasta enfrentamientos armados y asesinatos.
Falta de vigilancia
Celia Tijerín Hernández, delegada de Tacoaleche, llamó a las autoridades a dar mayor atención a las comunidades de la zona, ya que las principales demandas de los pobladores son la falta de rondines en las calles.
“Antes varias taquerías cerraban ya muy noche, ya no, otros negocios cerraban a las 9 de la noche, las tienditas, las tiendas de ropa, ahora andan cerrando a las 7”, ejemplificó.
Expuso que en una ocasión intentaron organizarse para vigilar mediante grupos de Whatsapp; sin embargo, ya no hay voluntarios porque nadie se quiere involucrar.
“La necesidad más urgente de Tacoaleche es la seguridad, cuando ven más vigilancia la gente está más tranquila y hasta cierran más tarde sus negocios”, resaltó la representante.
Esto también afecta la economía de la comunidad, ya que muchos habitantes de zonas cercanas acuden ahí a realizar sus compras, pero encuentran negocios cerrados y optan buscar otras opciones para surtirse, como la cabecera municipal.
Abandonan base
Habitantes de Tacoaleche entrevistados por NTR Medios de Comunicación expusieron que detrás de la delegación está el edificio de la Guardia Nacional (GN), el cual fue abandonado desde noviembre.
Coincidieron en que la confianza de salir a la calle es más cuando ven a los militares o a los elementos de la corporación federal presentes.
“Hay veces que están 15 días, un mes o más, lo más son tres meses, pero ahora que se viene la feria, en julio, quisiéramos que vinieran porque ya queremos empezar la promoción desde antes”, resalraron.
Daños a productores
Sandra Ambriz, líderes de productores en la región, afirmó que “la constante de los frijoleros es el miedo a la inseguridad al transportar”.
“Tuvimos el reporte de algunos de los comisariados de que les estuvieron llamando para extorsionarlos por medio de teléfono en Casa Blanca, La Luz, Ojo de Agua, Lomas de Guadalupe y Tacoaleche”, puntualizó.
Aseguró que antes estas regiones eran tranquilas, pero ya no, porque al día se registran entre cinco y 10 reportes de amenazas.
Otros productores de hortalizas, quienes prefirieron el anonimato por temor a represalias, comentaron que los extorsionadores “les pedían cierta cantidad para ‘mantener la tranquilidad’ de las comunidades y sobre todo, a nivel personal, de los comisariados y de los delegados”.
“A pesar del miedo, no podemos dejar de trabajar porque de eso vivimos, ya se viene la temporada de siembra y seguimos con ese miedo”, lamentaron.
Toman medidas
La mayoría de los comerciantes de Zóquite y Tacoaleche optó por reducir el en que mantienen abiertos sus negocios.
De acuerdo con una vendedora de helados y otras golosinas, por lo regular las calles están solas y sus ventas bajaron a pesar de ésta es la temporada que consideraría buena para su negocio.
“Ya casi no hay niños jugando en las calles y pues en la noche hay que cerrar temprano, poquito por la inseguridad y poquito porque la gente no sale a comprar”.
Otro comerciante explicó que, como medida de prevención, tuvo que “ponerse tras las rejas”, ya que instaló en su negocio un barandal porque “no vaya a ser que se meta alguien”.
Afecta a la Iglesia
Marco Antonio Castañeda Haro, párroco de Tacoaleche, reconoció que la región ha sido víctima de la violencia desde unos meses atrás y se tuvieron varias víctimas de la comunidad católica.
Hay desánimo entre la población, reconoce, por lo que consideró que se necesita la unión a través de la oración, la formación en valores y el respeto a la vida de los demás.
“El sentir de la comunidad es de tristeza, de decepción, de inseguridad, de miedo, ante todo esto que está sucediendo”, advirtió.