El término orbiting nació aproximadamente en el año 2018. Es una práctica considerada aún más dolorosa que el ghosting, ya que la persona que abandona la relación nunca se va del todo, sigue cada movimiento de su ex en las redes sociales, ignorando por otra parte, los mensajes, llamadas, citas o cualquier tipo de comunicación que la persona abandonada puede intentar
Orbiting
Hace tiempo, entre charla y charla, un amigo me expresaba su asombro acerca de los comportamientos que se dan en las redes sociales por parte de amistades, familiares, desconocidos y, específicamente, ex parejas. Me habló del famoso ghosting (simplemente desaparecer sin dejar rastro alguno y sin la mínima explicación) invariablemente del tipo de relación que se tuviera. Es sin duda una práctica cruel, lamentable y característica de los vínculos entre personas en la era digital.
Comentaba que no es partidario de bloquear en sus redes sociales a una persona cuando la relación amorosa concluye, indistintamente si fue o no en los mejores términos, ya que con la distancia emocional es suficiente, pero que en caso de ser necesario, no lo pensaría dos veces antes de hacerlo.
Esto a propósito de las denominadas “relaciones o personas tóxicas”. En lo particular, no soy partidaria de utilizar un término que proviene de una ciencia que hace alusión a propiedades de sustancias, para referirme a las relaciones humanas, aunque es pertinente reconocer que se ha convertido en un concepto bastante preferido por influencers, coach de vida y hasta algunos profesionales de la salud mental, aunque existen por supuesto especialistas que sostienen que este tipo de etiquetas que se asignan a personas o situaciones que en algún momento pueden ser dañinas o malsanas, únicamente empobrecen a la disciplina que estudia los comportamientos psicológicos de los seres humanos.
Regresando a la charla con mi amigo, entre estas conductas que él denominaba extrañas, me comentaba que su ex pareja, después de terminar la relación desapareciendo, no se perdía sus estados en WhatsApp, Facebook e Instagram, e incluso en ciertas ocasiones dejaba algún comentario o reacción, preguntaba mi opinión al respecto, que cuáles razones podría tener para hacer eso si no había la más mínima comunicación real entre ellos. ‘Tal vez quiere volver contigo pero no se atreve a dar el primer paso’, respondí, lo cual descartó enseguida, puesto que ya existía otra persona en la vida de ella.
Este tipo de conducta en las redes sociales, se define como Orbiting (algo así como girar alrededor de…). El término nació aproximadamente en el año 2018.
El orbiting es una práctica considerada aún más dolorosa que el ghosting, ya que la persona que abandona la relación nunca se va del todo, sigue cada movimiento de su ex en las redes sociales, ignorando por otra parte, los mensajes, llamadas, citas o cualquier tipo de comunicación que la persona abandonada – discúlpenme el término- pueda intentar.
Un artículo publicado por la BBC News Mundo en abril del año 2018, narraba que Anna Lovine fue la creadora de esta expresión y explicaba la tendencia de la siguiente manera: la persona que practica orbiting te mantiene «suficientemente cerca para que ambos se puedan observar; suficientemente alejada para nunca tener que hablar» y agregaba que ser víctima del orbiting, es doblemente frustrante. (BBC, 2018)
Los porqués… Parafraseando a Persia Lawson, experta en relaciones personales, pueden ir desde el hecho de mantener varias luces encendidas por si una se apaga, o sea, mantener un buen número de opciones para enviar un mensaje de que permanece ahí, pero sin comprometerse a estar en relación; otra es por si alguna vez quiere retomar el vínculo o bien – la que me parece más sorprendente- sentir temor de perderse algo realmente maravilloso que esté sucediendo en la vida de la ex pareja y no ser parte de ello, por no estar más en la relación. (BBC, 2018)
Sea cual sea el motivo de una persona para realizar estas prácticas, pone de relieve la fragilidad de las relaciones interpersonales cuando tienen como base para la comunicación y soporte del vínculo, meros mensajes de texto, reacciones en redes sociales y otras acciones que se desarrollan en la virtualidad; sin embargo, es necesario recordar que detrás de una relación virtual, existe una emoción real.