Manolo Jiménez, el predestinado
Manolo Jiménez Salinas es el gobernador electo de Coahuila de Zaragoza. En una competencia inédita en nuestro estado vecino, Jiménez triunfó en la elección con números francamente holgados frente a sus rivales: la Alianza por la Seguridad, que aglutinó al Partido Revolucionario Institucional (PRI), al Partido Acción Nacional (PAN) y al Partido de la Revolución Democrática (PRD), tuvo más de 740 mil, que representan casi el 57 por ciento de la votación. El tema no es menor, considerando la circunstancia política local, regional y nacional.
Antes que nada, unas cuantas acotaciones: en primer lugar, Manolo Jiménez tiene credenciales personales con amplia consideración local: ingeniero y empresario, fue regidor, diputado local, alcalde de Saltillo (un par de veces) y secretario de Inclusión y Desarrollo Social.
En segundo lugar, su candidatura se da en el contexto de una nominación buscada por varios actores políticos coahuilenses de reconocida trayectoria y presencia tanto en el PRI como en el PAN, principalmente, con un matiz en la definición de la candidatura por el peso local del Revolucionario Institucional.
En tercer lugar, por un lado tiene como rivales en la contienda a personajes de discutible penetración social y bajo ánimo electoral, y por otro, lleva la marca del gobierno actual, donde Miguel Riquelme sigue evaluado en una buena posición y Coahuila, en general, es un estado con seguridad y buena calidad de vida.
Bajo esas acotaciones -por supuesto, puede haber más para el análisis, pero por lo pronto, permítaseme desestimarlas- es claro que la elección en Coahuila fue un fenómeno local cuyo resultado hace que emerja la figura de Manolo Jiménez Salinas como un futuro actor político de gran envergadura en la vida nacional.
Jiménez quizás lo supone, pero posiblemente aún no lo dimensiona: está predestinado a convertirse en un gobernador con proyección territorial fuerte y en un eje de muchas decisiones político-partidistas. Con ello, está llamado a ser punta de lanza en efectividad gubernamental y a abrir la puerta a una nueva generación de figuras político-gubernamentales que estarán presentes en la vida nacional los próximos 10 o 15 años.
Para quienes seguimos de una u otra forma su campaña, fueron notorias tres situaciones como candidato: uno, su campaña no fue polarizante ni estuvo marcada por un discurso de ataque; dos, fue consistente en presentarse con propuestas por sobre la diatriba simplona que caracterizó a sus rivales de Morena y del PT; y tres, mostró dinamismo, jovialidad, energía, seriedad y carisma, que conquistaron con convencimiento al electorado.
Así que, en consideración a lo que mostró como candidato y a los matices señalados, estamos en la víspera del nacimiento de un personaje político que puede aportar a que nuestro país demande políticos con preparación, equilibrios, energía, capacidad y entrega. Eso, invariablemente, cierra la puerta a expresiones políticas arcaicas, anquilosadas y caciquiles que, al amparo de una posición gremial, de historias de años pasados o de sociabilidades rebasadas por la problemática social, han usufructuado un apellido, un territorio o un espacio de presión o incidencia política.
Ahora, Jiménez Salinas no solamente tendrá que batirse en resolver lo necesario para que los coahuilenses tengan el mejor gobierno de su historia, sino que ese propio ejercicio de gobierno sirva como ejemplo a nivel nacional; por otro lado, el gobernador electo de Coahuila también habrá de asumir un rol partidista que, aunque pueda significar conflictos o distracción del encargo principal, también supondrá la posibilidad de incidir para que el Partido Revolucionario Institucional reoriente el rumbo y recupere poco a poco espacios.
Así que, en resumen, Manolo Jiménez está predestinado a ser un actor político de talla nacional actuando desde Coahuila. Su ejercicio de gobierno será señalado, auscultado, criticado. Estará en constante revisión y será presa del foco inquisidor de la oposición, porque Coahuila representa, junto con Durango, el último reducto del priísmo, pero ojo, no hablamos de cualquier priísmo: hablamos de un estado con gente de mucho empuje, mucho trabajo, mucha lealtad y siempre echados pa’delante, como decía el candidato Jiménez en su campaña.
El tema regional que viene para el futuro gobierno de Jiménez Salinas es interesante: vecino de Nuevo León, con Samuel García de Movimiento Ciudadano (MC); de San Luis Potosí, con Ricardo Gallardo del PVEM; de Zacatecas, con David Monreal de Morena, de Durango, con Esteban Villegas del PRI; y de Chihuahua, con Maru Campos del PAN. Esta circunstancia geográfica y política antoja que haya un bloque regional que apunte baterías a incidir en determinadas políticas a partir de la próxima administración federal.
Finalmente, Manolo Jiménez deberá tener algo claro: la función pública es extraordinariamente, demandante hoy en día y su figura ha creado un halo de esperanza para que los coahuilenses permanezcan -por lo menos- con las condiciones positivas de seguridad y de empleo que hoy tienen, amén de otros posibles avances. Así que mucho trabajo y mucho talento deben configurarse para que sea un gobernador efectivo y ejemplar que haga dejar en el basurero de la historia a una generación de gobernadores de poco carácter y de mucho perjuicio social. Manolo Jiménez está predestinado a ser considerado un buen ejemplo de gobierno. Confiemos en que sea así.