Valparaíso ha sido blanco de constantes actos de violencia en los últimos años, por ende, hay sitios con valor histórico y patrimonial que han caído en el olvido, como la antigua hacienda del conde de San Mateo, donde algunas habitaciones se derrumbaron, otras asoman las vigas arruinadas a punto de colapsar, pero todo anuncia una pérdida irreparable ante la cual nadie hace nada.
HISTORIAS E IDENTIDADES
El municipio de Valparaíso ha sido blanco de constantes actos de violencia en los últimos años. Una breve revisión por la web bastará para confirmar que éste es un hecho y no simplemente un asunto de percepción, como luego se dice. Desafortunadamente esta situación impera en varios municipios de Zacatecas, a los cuales no pocas personas temen ir a menos que sea absolutamente necesario. Los viajes por carretera se han convertido en una afrenta de la que todos pretendemos salir bien librados, pues lejos están los días en que nos trasladábamos por los caminos locales sin pendientes ni temores. Sin compartir ubicaciones cada determinado tiempo.
En este contexto, me gustaría abordar el hecho de que hay sitios con valor histórico y patrimonial que, precisamente por estar en zonas de conflicto, han caído en el olvido. Tal es el caso de la antigua hacienda del conde de San Mateo de Valparaíso, espacio que por su valor estético e histórico, bien podría convertirse en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de las haciendas novohispanas, compitiendo incluso con las del centro-sur del país.
La hacienda condal se construyó en el siglo XVIII. Fue como tantos ejemplos de la época y de la zona, una hacienda dedicada principalmente a la agricultura y a la ganadería. Como si fuera una ciudad en pequeño, contaba con todo lo necesario para la vida no solamente de labriego o pastoreo, si no cotidiana. Por ejemplo, una capilla bien establecida que por la riqueza de su antiguo propietario -el conde de San Mateo de Valparaíso- tenía dimensiones que excedían a las comunes para un templo de hacienda.
Actualmente la capilla conserva una sobria, pero elegante fachada de marcadas líneas rectas que de cierta manera embonaba a la perfección con la portada de la casa principal, hoy inexistente en San Mateo, pero presente en la Avenida Torreón en Zacatecas -un asunto que por cierto, los habitantes de la comunidad no han olvidado.
La residencia de la hacienda que habitara el conde fue construida con el sistema básico de la casa colonial: un patio central alrededor del cual se disponían las habitaciones en dos niveles, distribuidas detrás de la arquería de medio punto aún intacta pero cuyos muros dejan ver el inevitable paso del tiempo con una mampostería desnuda que no por eso pierde elegancia. Algunas habitaciones se han derrumbado, otras asoman las vigas arruinadas a punto de colapsar, pero todo anuncia una pérdida irreparable ante la cual nadie hace nada.
Hace aproximadamente cuatro o cinco años, dos medios locales denunciaron el estado de abandono en que se encontraba este inmueble histórico. En ambas ocasiones, el cronista de este municipio habló de una posible gestión ante la Legislatura del estado para rehabilitar la ex hacienda que ha sido presa del saqueo y de malas decisiones. Fue en los sesentas cuando la portada de la casa grande fue retirada para llevársela a Zacatecas, so pretexto de conservarla mejor, pues en palabras del mismo Federico Sescosse “en ese sitio amenazaba ruina”.
El propio cronista mencionó que esto causó la inconformidad de los pobladores que finalmente miraron atónitos cómo por órdenes del entonces gobernador Rodríguez Elías se llevaban la fachada para situarla en las instalaciones de la actual Unión Ganadera. Ciertamente es más fácil admirarla ahí, pero no se puede negar que se descontextualizó un elemento arquitectónico que formaba parte de un complejo donde tenía sentido y armonía.
Asimismo, según señalan los mismos artículos, desde la década de los ochenta se ha metido maquinaria pesada para buscar en las entrañas del complejo algún resto de lingote de oro o de perdido, dicen por ahí, monedas de oro. Ya sabe Usted que en México no ha habido leyenda urbana más difundida que aquella que reza que en toda casa antigua hay dinero enterrado. También se señaló en aquel entonces que se visualizaba un proyecto turístico que justificara su rehabilitación. Ciertamente la idea no es mala, pero entre la violencia y el abandono, este patrimonio sigue en peligro.