ZACATECAS. Sandra Abigail Salinas López pasó de la agonía de saber que su vida podía terminar debido a una insuficiencia renal, a renacer tras lograr costear un trasplante de riñón, gracias a aportaciones económicas de decenas de personas y a un primo que donó el órgano.
Abigail recuerda el momento más duro del proceso: recibir la noticia de que sus riñones no funcionaban y la única posibilidad de alargar su vida era un trasplante, mismo que en el sector público no era posible realizar y, en caso de lograrse, tardaría hasta dos años.
Otro obstáculo mayor fue vencer mitos en torno a la donación de órganos, respecto a lo cual manifestó: “ningún riesgo existe, la vida del donante puede seguir de manera normal y trascender. Es dar vida”.
Afortunadamente y sin importar estas voces, su primo David Andrés Cienfuegos López, contra todo pronóstico, luego de que el padre y madre de Abigail no pudieran ser donantes por cuestiones médicas, fue quien ofreció su riñón para salvar la vida de su pariente.
Las donaciones de conocidos y desconocidos llegaron en la medida justa, “cada peso lo agradezco con el alma y corazón; había gente que me llamaba, pedía disculpas al no poder aportar más; a todos ellos estoy agradecido”.
Recibir ayuda de cualquier tipo y por pequeña que pareciera, para Abigail era un soplo de vida, un momento más a lado de su hijo.
Hoy en día, una vez realizada la operación y restablecida su salud, señala que “me siento llena de vida y tengo que pedir a la gente que pierda el miedo a donar, ya sea en vida o cadavérico, pues se trata de trascender y dejar huella en alguien a quien se le regala vida”.