Lo llamamos justicia…pero su nombre es amor
No existe nada más liberador, de la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, como saber que, las corcholatas nacionales se han cubierto de gloria y están a punto de ponerse de acuerdo (¿apenas?) sobre las encuestas de la cual saldrá el abanderado de la 4T. En la otra esquina, dicen las malas lenguas que Margarita Zavala lleva un chingo de firmas (la mayoría falsificadas por Borolas) que le quiere vender a la Señora X a bajo precio. Total, que lo bueno está por venir, así que acomódese bien (lo de los libros de texto se arreglará satisfactoriamente en cuanto los voceros de la ultraderecha tengan capacidad de leerlos).
Los medios de comunicación siguen dándole con todo a la grilla de los libros de texto. Ahora resulta que del sesudo análisis periodístico que han hecho, los libros enaltecen el secuestro y las guerrillas, ello respecto a los sucesos de los 70 cuando la Liga Comunista 23 de septiembre secuestró y “ajustició” al empresario regiomontano (Eugenio Garza Sada). Uyyyyyy mis estimados amigos, ¿de verdad quieren hablar de los 60 y 70? ¿Quieren que saquemos a debate los antecedentes de la guerrilla en México? Sacar a luz un tema delicado y de análisis complicado, es una provocación.
México entró en una etapa de descomposición, al culminar la etapa del llamado “Desarrollo Estabilizador”. La represión a los movimientos sociales por parte de los gobiernos priístas, en apoyo a la burguesía, estaba a la orden del día. Todo aquello que significara crítica a la empresa privada y las instituciones gubernamentales, inmediatamente era reprimido y sus autores tachados de comunistas. La muerte (como le llamamos, ¿ejecución?, ¿ajusticiamiento?, ¿homicidio?) de luchadores sociales como Rubén Jaramillo o Genaro Vázquez son simples anécdotas para algunos sectores de la sociedad. Ellos no eran importantes, no deberíamos de detenernos en hablar de su lucha, pero sí de las inversiones de Garza Sada, prohombre al que deberían de canonizar.
Fueron los comunistas las lacras que detuvieron el desarrollo patrio (la Liga 23 de Septiembre, Partido Comunista Mexicano, Liga Obrera Marxista, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, Partido Agrario del estado de Morelos, Grupo Popular Revolucionario, entre otros), los que negaron los avances significativos de la revolución y permitieron que las instituciones de seguridad ejercitaran sus macanas en las cabezotas ateas (en el mejor de los casos). Tuvieron que pasar muchos años para que algunos de los más célebres represores comparecieran ante la justicia injusta de este rancho. El gobierno hacía el trabajo sucio a los Estados Unidos en plena “Guerra Fría”.
Mientras en Sudamérica se instalaban los gobiernos militares (Chile y Argentina como prototipos de crímenes de lesa humanidad y consentidos de Washington) en nuestro rancho la represión se volvió selectiva, según las necesidades de la CIA atendidas diligentemente por la Dirección Federal de Seguridad (fundada en 1947 por Miguel Alemán Valdés) y convertida en centro de detención clandestina.
La Guerra Sucia es un episodio que queremos que no se repita, por la grave violación a los derechos humanos que trajo consigo (presos políticos, desaparecidos, ejecuciones sumarias). Es por ello necesario recuperar este episodio de nuestra historia y enseñar a nuestros hijos lo que sucedió en el rancho para que no se repita, pero evitando el tono amarillista que algunos medios le quieren dar. Si alguien le mete ruido al chicharrón, son los medios. Sean serios y no sean amarra navajas, que su campaña anticomunista no pasará.