SAN LUIS POTOSÍ. El matador de toros Diego San Román realizó este viernes una gran hazaña, por la tarde toreó en San Luis de la Paz, cortó una oreja y de inmediato viajó a San Luis Potosí para actuar en la corrida del cierre del Serial Taurino de la Fenapo.
Lejos del agotamiento físico que representó este enorme esfuerzo, San Román, el león, volvió a rugir, triunfando y demostrando el gran momento y nivel en el que está.
La afición potosina se volcó al toreo de entrega, al tremendismo, a ese valor que se vuelve admirable y respetable.
En Diego San Román, hay un huracán que desborda emociones, su toreo supera los límites, y alcanza la grandeza. Tres orejas y una salida a hombros, firmaron una gran noche para San Román.
“Recordándote”, de 530 kilos, de Mimiahuapam, el abre plaza de la noche para José Mauricio, que toreó con elegancia y cadencia por verónicas, rematando con media pinturera.
El brindis a la afición potosina para comenzar su faena en el centro del ruedo. José Mauricio, fiel a su estilo de corte clásico, buscó llevar al toro muy despacio en las primeras series ligadas por el derecho.
El toro que tuvo la virtud de la fijeza, evidenció la poca fuerza, y lo descompuesto de sus embestidas cuando el torero lo llevó por el izquierdo.
Tuvo que ser esta, una faena donde la distancia sería la clave, el no ahogar al toro, y darle su tiempo, y es por ello que el resultado derivó en una serie de buena manufactura por el derecho, en la que buscó resolver los defectos del astado.
El toreo a media altura, y obligándole, en el meridiano de su labor muleteril, fue como tuvo que estar el torero que bajo la firmeza y entendiendo sacó el mayor de los provechos.
“Xantolo”, el segundo de la noche, correspondiendo al matador de toros Octavio García “El Payo”, que toreó por verónicas. Muletazos por bajo firmaron el inicio de su faena de muleta. Al toro le faltó esa fuerza, muy pronto se definió, descompuesto en su andar, y regateando las embestidas. No cesó en el esfuerzo del torero por agradar. Palmas tras su labor.
Los ánimos se avivaron cuando Diego San Román recibió a “Mezquitic”, de 570 kilos, dejando un buen saludo capotero al recrearse por verónicas.
Diego San Román está que no cree en nadie, y así con esa bocanada de aire puro firmó un temerario cambiado por la espalda para dar inicio a su faena de muleta.
Que cadencia y mando en dos series por derecho de expresión pura. El queretano sale a dar pelea y la afición se lo reconocerá siempre.
En San Román hay ambición, deseo y una sobrada actitud. Por el izquierdo, aguantando los derrotes del toro, los enganchones de los que salía victorioso al ponerse de carnada, con unas zapatillas clavadas en la arena dejando todo al tiempo. Acortó la distancia, a milímetros de los pitones, ahuyentando al miedo con un valor indescriptible que pone las emociones a flor de piel.
Cuánto valor cabe en un espacio tan pequeño, ahí, en esa escena se respira grandeza. Y cuando parecía que ya todo estaba hecho, se puso de rodillas, segundos eternos, donde el cuerpo no se movía, sólo el corazón del león que hoy volvió a rugir: SAN ROMÁN. La rúbrica fue una gran estocada en una explosión de emociones acompañadas del grito de ¡Torero, torero! El toro tardó en doblar y sólo se concedió una oreja, pese a la mayoritaria petición. Palmas al toro en el arrastre.
“Veintidos”, de 541 kilos, cuarto de la noche, segundo del lote de José Mauricio. Al de Mimiahupam, le faltó fuerza, careció de transmisión, y complicó el esfuerzo del torero que no cesó en su esfuerzo, dejando detalles de calidad, al robar buenos muletazos por el pitón derecho. José Mauricio plantó cara y también toreó por el izquierdo, siempre mostrando el deseo de ir a más, de pelear las palmas.
El quinto, “Huichol”, de Mimiahupam, segundo para Octavio García “El Payo”, que tuvo un discreto saludo con el capote. El queretano que brindó su faena a la afición se estrelló con un toro que no dio nada. Poca fuerza, perdía las manos, y embestía descompuesto. Esfuerzo del torero que se fue de vacio.
“San Luis Rey”, de 475 kilos, sexto de la noche, al que Diego San Román saludó de rodillas, para después dejar las verónicas acompasadas. Estoico en muletazos por alto, fue como comenzó su faena, prometedora. Un toro con menos fuelle que su primero, más tardo, pero con el que San Román lo ha vuelto a poner todo. Ha toreado vertical, alargando el trazo, y cuando no quedaba más, la pasión surgió en una sola voz; se arrimó, como pocos, y se aventuró en una travesía que llegó a buen puerto. La bravura que faltó, San Román la puso, en raza. En la cercanía de las tablas, se jugó todo, las últimas notas que hoy trascenderán en esta tierra. Más de media espada fue suficiente para que doblara el toro. Dos orejas tras la mayoritaria petición.
FOTOS: MANOLO BRIONES