Xóchitl: Candidatos y políticos profesionales en los equipos
En la función pública debe existir una especie de equilibrio -teóricamente hablando- entre experiencia política y capacidades técnicas. La primera representa la posibilidad de conocer, aprehender, analizar y buscar una solución pacífica a los conflictos de distinta índole, mientras que la segunda significa la oportunidad de que el funcionario público posea las herramientas necesarias que le permitan desarrollar una responsabilidad pública con cierta especialización y conocimiento que se traduzca en eficiencia, y también una aportación sólida para resolver problemas.
En la obra “El oficio político”, Rogelio Hernández señala que “El político profesional debe ser, ante todo, un hombre de Estado, comprometido con el servicio público, en el que las actividades e intereses privados deben estar por completo al margen.
Es el sentido de la repetida frase de Weber de vivir por y para la política, que significa el compromiso total con la actividad pública”. El político está comprometido con su tiempo, con su generación, estructuralmente, mientras que el profesional técnico no alcanza a dimensionar la cuestión social compleja de un problema público, pero puede buscar soluciones “parejas” o a “rajatabla”.
Xóchitl Gálvez no es propiamente una persona que podríamos definir como política, mientras que Beatriz Paredes sí. Ese binomio, si continuara trabajando unido, sería un pedestal con una altura muy significativa, pues me parece que, a la luz de las opiniones de muchísimas personas, la senadora Gálvez, en su nuevo rol de cabeza del Frente Amplio por México que eventualmente competirá por la Presidencia de la República en 2024, necesitará construir un equipo político y uno técnico que abonen a su mejor desempeño, a edificar las mejores propuestas y a territorializar su movimiento popular electoral. Me explico:
Es obvio que muchísimas personas de los tres partidos políticos que conforman el FAM ya se están frotando las manos o relamiendo los bigotes porque sienten más cerca que nunca la posibilidad de ser candidatos (y candidatos ganadores por la ola alrededor de Gálvez, lo que no es poca cosa), pero eso significaría una vez más que la partidocracia podría buscar establecer condiciones de apoyo a la hidalguense que signifiquen coparla en la posibilidad de incidir en candidaturas.
Lo anterior abre la puerta a que personajes partidistas impresentables, con pasado dudoso, con fama pública lastimera y demás, puedan colgarse de su figura para obtener un cargo de elección popular, desde una modesta regiduría hasta una gubernatura. Eso ya lo hemos visto varias veces y recientemente, no es algo nuevo y es una posibilidad latente. Eso implica, por supuesto, la disminución de la fuerza y el ímpetu ciudadanos que se volcaron en apoyar a Xóchitl Gálvez: no hay peor kriptonita para la ciudadanía en la vida política que las mafias partidistas.
Por otro lado, si por errores de los partidos y sus dirigencias se pierde el impulso del apoyo ciudadano en clases populares y medias que se manifestaron en distintos ámbitos por Gálvez, podría llegar a visualizarse una debilidad importante que sería aprovechada por la maquinaria electoral, la preferencia electoral partidista y la impoluta figura del presidente López Obrador, pues la suma de estos tres factores forma una potencia electoral muy importante. Un mecanismo que puede ayudar a enfrentar este fenómeno es la presentación y promoción de propuestas gubernamentales sólidas, sinceras y sentidas a través de voces de figuras “limpias”.
Así pues, me parece que vienen tiempos interesantes para que Xóchitl Gálvez y su círculo cercano puedan construir un gran equipo nacional -desde lo local- que considere un equilibrio entre el político y el científico, entre el popular y el conocedor, entre el integrante del partido y el del espacio ciudadano. Por supuesto, escribirlo desde la comodidad de mi escritorio es la cosa más fácil del mundo, pero su materialización es el trabajo fino de los expertos involucrados y, según parece, una necesidad social para hacer competitiva la elección.
Ser rehén de intereses de dirigencias partidistas en cualquier ámbito puede direccionar de manera negativa el interés que la figura de la senadora ha despertado en la ciudadanía.
Finalmente, consideremos algo: las personas con un talante de político profesional como Beatriz Paredes o incluso Santiago Creel, con una significancia como personas de Estado que no buscan o necesitan un cargo de elección popular, pueden ser los ejes constructores de apoyos políticos en los que los partidos se sumen (y no precisamente los tomen los propios partidos) y la ciudadanía pelee un espacio.
Esa visión abonaría a entender la necesidad de abrir espacios y amalgamar ímpetus para que, dada la naturaleza del FAM de formar una coalición a partir de la cual se pueda involucrar a la sociedad civil, se puedan tener candidatos competitivos, políticos profesionales que sumen y alineen intereses de partidos, grupos, organizaciones, sectores y demás, y al final, las y los mexicanos tengamos una opción electoral genuina, democrática, preparada, consolidada en propuesta y con perspectiva nacional.
El verdadero político está comprometido con su tiempo, su generación. Ojalá muchos acepten que, en lo venidero, su tiempo y circunstancia obligan a que den un paso atrás en su interés personal y cedan el espacio a alguien que aporte, que abone y que ayude. No es tiempo de mezquindades. Es tiempo de políticos profesionales y buenos técnicos.