JALISCO. La tarde estuvo llena de contrastes en la segunda novillada de la temporada en la Plaza de Toros Nuevo Progreso, de Guadalajara.
Por una parte, muy cerca del triunfo estuvo el novillero tapatío Julián Garibay, que dio una vuelta al ruedo en su primero y en su segundo, la mejor faena de esta tarde. Saludó en el tercio.
Por su parte, el zacatecano César Pacheco vio las dos caras de la moneda, un esfuerzo grande en el cierra plaza que se le fue vivo y es que fue muy complicado el sexto bis de la ganadería de La Punta.
La tarde tendrá que ser de aprendizaje y de dar vuelta a la hoja para lo que venga.
A su paso, el rejoneador Javier Funtanet dejó buenas sensaciones, dando vuelta al ruedo en su segundo, tras la negativa de concesión de una oreja.
Tarde clave para Javier Funtanet
Abrió la tarde el rejoneador Javier Funtanet con el toro Camarón, de 445 kilos, del hierro de Boquilla del Carmen.
Con mando, doblándose con el novillo, rodándose, para dejar en buena colocación el primero de los tres rejones de castigo.
A la distancia, ante un novillo con movilidad, Javier Funtanet citó para arrancarse, valiente y de frente, batiéndose a pitón contrario para clavar la primera banderilla.
Poco duró la potabilidad del de Boquilla del Carmen, obligando al joven rejoneador a pisar los terrenos, metiéndose, con entrega y verdad, dejando otra banderilla en buen sitio.
Funtanet puso esa emoción y demostró su clara evolución frente a este ejemplar que al final ya no colaboró.
En los lomos de Alebrije, redobló los esfuerzos, y lo hizo con esa solvencia, con el conocimiento otorgado por el tiempo, estando por encima, acortando las distancias y apostando a ir a más y así lo hizo, cuando tomó las banderillas cortas. Pesado con el Rejón de Muerte, se retiró entre palmas.
Pitingo, de 405 kilos, de Boquilla del Carmen fue el cuarto de la tarde y segundo para el rejoneador Javier Funtanet, que de nueva cuenta puso todo para cautivar al público tapatío.
Lo hizo bajo la convicción de la entrega y determinación, el buen tranco del novillo del hierro zacatecano le permitió lucir en las suertes, toreando con entrega y con poder, las banderillas en buena colocación, adornándose además con la rosa.
Pese a la fuerte petición de oreja, no se concedió, dando una vuelta al ruedo clamorosa.
La clase manifiesta de Julián Garibay
El segundo, Jorobadito de 365 kilos, de la ganadería de Castorena, para Julián Garibay, que toreó con mucha cadencia en el saludo capotero, recreándose de buena manera por verónicas. Chicuelinas andantes para llevar al novillo al caballo.
Realizó un quite por zapopinas afaroladas. Convicción en el comienzo de faena, toreando de rodillas, demostrando el deseo de llevarse esta tarde.
Asentado comenzó la primera serie derechista, buscando la acometida de un novillo que sabía lo que deja a atrás, con ese peligro constante, porque se metía con peligro.
Por el izquierdo lo intentó, pero resultó imposible, apostando por sacar lo que fue posible por el derecho.
Entrega y voluntad al final que se puso también de rodillas para terminar por alto.
Certero con la espada tuvo petición de oreja que no fue concedida; dio vuelta al ruedo.
Coloradito de 405 kilos, de Boquilla del Carmen, para el novillero tapatío Julián Garibay que una vez más dejó ver sus buenas maneras con el capote y con la muleta el buen inicio de faena; con mucha clase. El novillo tuvo muchas virtudes, pero la principal fue la clase y eso lo aprovechó a cabalidad un inspirado Julián que supo como hacer el buen toreo, el de pausa, y sin prisa, así como el de hacer sentir con la expresión más natural.
Las series, acompasadas por ambos pitones con el reposo entre las series con mando y recorrido.
Esfuerzo de César Pacheco
Tapatío, de 385 kilos, del hierro de Castorena, fue el tercero del festejo para el zacatecano César Pacheco, quien saludó con larga cambiada de rodillas, dejando después un quite por navarras.
Por bajo, la faena, doblándose y buscando por el derecho, surgió el temple y la naturalidad, plasmando una serie con ese mando, aprovechando la buena condición del novillo de Castorena.
El izquierdo fue muy potable y es ahí donde corrió la mano, dos series importantes, pero le faltó sin duda hacerlo más aseado.
Muy bueno fue el novillo, humillado con clase, noble, franco en las embestidas, pero en honor a la verdad, le faltó más a Pacheco, quien falló con la espada, saludando en el tercio.
Jalisciense de La Punta, de 450 kilos, para César Pacheco, que saludó por verónicas, complicado resultó este ejemplar que muy poco se prestó para el lucimiento.
Quedó el esfuerzo y disposición del zacatecano que fue prendido, llevándose un rayón del que fue atendido al término de su actuación. Sonaron los tres avisos y el novillo se fue vivo.