A mí me vuelve loco tu forma de ser
Los currículums se hicieron para que la gente se entere de lo inteligente y preparado que son los fulanos curriculeados. No vaya luego el público en general a caer en el error de andar tratándose entre ellos como si todos fueran iguales y como si, los muy reconocidísimos, no fueran tan reconocidos por todo lo que dicen sus currículums que son. Hay que presumir lo que tanto trabajo ha costado, de otro modo, qué sentido tendría nomás andar siendo sin el reconocimiento ajeno.
Al parecer, no se puede existir apropiadamente sin que alguien más se dé por enterado. Fulano de tal, experto en reconocerse entre los aplausos y los elogios de la gente que no es él, licenciado para creerse menos imbécil que otros.
En los currículums se aseguran ciertos hechos que suponen agradarán a los escuchas, por supuesto y, sobre todo, al curriculeado mismo.
El doctor Zutanito de tal hizo tal cosa que no cualquiera, estudió mucho y se especializó en especializarse en temas especiales, aunque sea nomás para él.
La doctora Menganita se doctoró en resolver problemas que aquejan a todos, incluyendo a los que todavía no se enteran que los tienen. Licenciados, maestras, ingenieros, especialistas y todas esas suposiciones que sus cuasi nobiliarios títulos aseguran que son, firmados y sellados, autenticados por la autoridad correspondiente que, por supuesto, alguien más ya había previamente autorizado para autorizar.
Primero ser para otros porque esa biografía no se va a rellenar ni a leer sola y luego nadie se acuerda de los que no fueron lo suficientemente especiales para no olvidarse tan pronto de ellos.
Hay que subir en la escalera del progreso y prepararse para quién sabe qué cosas que depara el inevitable y misterioso destino. Que el fin del mundo los agarre sí, bien confesados, pero principalmente, bien preparados, con un currículum tan brillante como lo permita la luz de la clase social o la romántica idea de la educación casi siempre pública, gratuita, laica y por supuesto, obligatoria.
Porque eso de ser un Don Nadie, está medio mal visto entre los que ya fueron obligados a saberse alguien en la vida. Hola soy Alguien, sí y sólo sí, me reconoce usted como tal, ya no me llamo Fulano porque me llaman como digo que me llamo y como alguien más dijo que me llamaba.
Ahora se aprende que para ser hay que tener y viceversa o algo así. No es lo mismo, nada soy porque nada tengo que, soy yo porque tengo: nombre, familia y apellido; tengo currículum, casa, coche, hijos, educación, esperanza y planes para seguir siendo hasta que ya no pueda ser más, hasta que haya sido.
Lo malo de que a unos les importe mucho ser, es que a otros les importa más tener y luego estos últimos andan ofertando maneras de encontrarse siendo por módicas cantidades y a meses sin intereses.
La existencia a precio de oferta. Cómprese lo que quiera ser o al menos para lo que le alcance. Cómprese un currículum adecuado, una esperanza de vida y ya luego vendrá la familia, el auto, la casa y todos esos demás pormenores.
De tal modo que, para poder autoreconocerse, nada como primero ser reconocido por los otros que ya alguien más previamente también reconoció. Habría que leer entre líneas: Reciba usted este reconocimiento por su extenso esfuerzo en ser reconocido por los demás, a ver si así Usted (ahora sí con mayúscula) se entera de quién es y qué es lo que anda queriendo que los demás sepan que sabe, hace o dice saber hacer; sépase, ahora sí, un poco menos imbécil que otros.
En letras tan chiquitas que no se vean, pero que estén en todos los documentos certificadores de existencias, diplomas, títulos, nombramientos y todo eso que cabe en un papel muy especial que luego va a poder enmarcarse e integrarse en un currículum brillante, para que al fin los demás se enteren de lo inteligente y preparado que es el curriculeado fulano.