Breve y boba disertación económica con un bolsillo roto
El dinero son unos pedacitos de papel, de plástico o de metal, que traen escrita una cantidad determinada a la que equivalen, y que pueden cambiarse casi por cualquier otra cosa.
Una moneda compra cinco chicles, y a la vez, alguien puede cambiar cinco chicles por una moneda para luego poder cambiarla por algo más.
Además de simbolizar el tesoro de la nación, el dinero simboliza tiempo, esfuerzo y en general, todo lo que pueda invertirse para poder ganarlo, llámese trabajo físico, intelectual, lícito o, como bien se sabe, también ilícito.
La gente sobrevive porque puede ganar dinero para comprar chicles, ropa y comida que le permitan seguir trabajando para seguir comprando lo que necesite para seguir sobreviviendo y para seguir trabajando.
Nadie se pone triste cuando se encuentra dinero, pero sí hay que andar medio triste para tener la mirada lo suficientemente caída y tal vez, encontrarse, aunque sea, un peso.
El dinero se hizo para fluir como si fuera agua, no para estancarse. Ahorrar es como estancar el dinero para después utilizarlo en algún otro fin, que valga más la pena que en todo lo que pudo gastarse y no se gastó.
Los ahorradores no son, por lo tanto, tan derrochadores porque piensan que en el futuro podría necesitarse un dinerito extra, para satisfacer una necesidad que todavía no tienen, pero que se quiere o se corren el riesgo de tener.
Esto, los convierte en optimistas administradores del esfuerzo pasado aplicable al futuro, o algo así.
Los seguros son empresas que lucran con el pesimismo y el azar. Los bancos, son otras empresas en las que se puede también ahorrar, que es algo así como confiarles el papel, el plástico o el metal para renunciar adecuadamente a ciertos e innecesarios gastos, y después gastar lo ahorrado, en otros gastos quizás también innecesarios, pero con mayor soltura.
El dinero es simbólico porque no tiene valor por sí mismo, sino que representa lo que no es, esta característica lo vuelve tan cotizado que muchos están dispuestos a hacer casi lo que sea por traer tantito de ese simbolismo en los bolsillos, pero mejor, por supuesto, si es tantote.
El dinero es todo eso que no es pero que puede costear. Alguna vez Mastercard dijo que había cosas que el dinero no podía comprar, pero con el tiempo ya se hizo medio innecesario saber o acordarse cuáles eran.
Hasta los perros aprendieron a bailar por el dinero. Cuando alguien tiene mucho le dicen que es rico, que es algo así como ser proporcionalmente por tener; al contrario, les sucede a los pobres que, como no tienen tanto, como que no son igual que los que más tienen, por más que estos últimos lo pretendan y, por supuesto, siempre sean los más. Sin representaciones simbólicas es difícil distinguir entre unos u otros.
El dinero, por sí solo no crea conflictos. Lo conflictivo surge porque unos pueden gastar más que otros trabajando la mitad de tiempo, gastándose la mitad de vida y, por supuesto, derrochando hasta más del doble.
El conflicto también surge, porque nadie nunca tiene lo suficiente. Un problema del dinero es que representa algo que ya no existe y que, a pesar de lo que afirmaba Mastercard, sí pudo comprarse.
Representa tiempo, esfuerzo y cachitos de vida que se vendieron no siempre al mejor postor. La vida intercambiada por pedacitos de papel, de plástico o de metal. Las posibilidades restringidas a lo que simbólicamente se tiene en los, a veces privilegiados, a veces rotos, bolsillos.
Tener no es ser, pero puede ayudar, aunque sea a parecer, y en un mundo de simbolismos, parecer es mejor que no ser nada y, además, los pobres perros ni a bailar bien han aprendido.