En el juego de las profecías autocumplidas, la élite camina, impotente, hacia la confirmación por un sexenio más de la Cuarta Transformación. No solo eso: varios de sus trazos estratégicos para evitarlo terminarán ratificándolo.
El oráculo le dijo a Layo, Rey de Tebas, que por su vergonzoso crimen, si alguna vez engendraba un hijo, el niño cuando fuera adulto, le mataría.
Eso provocó en Layo una obsesiva y enfermiza abstinencia sexual, al punto que evitaba juntarse con su mujer Yocasta quien, despechada, ideó la forma de juntarse con su marido, dándole a beber mucho vino. Eventualmente, producto de la embriaguez, Layo se unió a su esposa y procrearon un hijo, Edipo.
Al nacer Edipo, su padre le atravesó los pies con un clavo y después de entregarlo a un pastor, ordenó que lo abandonasen en el monte. El pastor, en lugar de matarlo o abandonarlo, lo dio a Pólibo, rey de Corinto, quien no podía tener hijos con su esposa Mérope, y lo adoptaron.
Buscando evitar el destino predicho por el oráculo, Layo, por evitarse la muerte propia, procuró la de su hijo, pero el destino ya estaba escrito. Y toda acción en su vida respecto de su hijo Edipo lo confirmó.
Edipo le mataría circunstancialmente, cuando en un encuentro casual, y sin reconocerse como padre e hijo, Layo le ordenó apartarse y dejar pasar a alguien mejor que él; el soberbio Edipo le contestó que solo los dioses y sus padres lo superaban. Layo mandó entonces al conductor del carruaje que continuase su camino, atropellando al joven y provocando su ira. Luego, mató al conductor con su lanza y provocó que Layo se enredara en las riendas y muriera arrastrado.
El genio que ideó el “fenómeno Xóchitl” debe ser despedido, pero no se ve si tal cosa pudiera llegar a ser posible. A juzgar por que Claudio X. González es el estratega detrás de la cancelación de la encuesta de Va por México, la declinación forzosa de Beatriz Paredes, y el constructo narrativo de la senadora Gálvez por los intelectuales de siempre, ¿Quién querrá disputarle el puesto? ¿Habrá algún empresario (o hijo) de ese grupo que quiera liderar los esfuerzos opositores para enfrentar a López Obrador?
La superficialidad de Xóchitl, cuyo personaje se construía basado en las banalidades que encumbraron a Fox, era la fortaleza que la haría crecer con la ayuda de la comentocracia y, eventualmente, convertirse en el “fenómeno que todo México esperaba”.
Nunca hubo tal. Ninguna encuesta les da ni remota razón. Será interesante conocer la verbalización de las objeciones al “fenómeno”, pero los números son devastadores porque los tres partidos del Frente Amplio por México no promedian ni la mitad de votos que obtuvieron en 2018.
El estado es, entonces, de emergencia. ¿Qué harán? Al margen de que cambiar a Xóchitl por Beatriz Paredes o “resetear” el proceso pudiera ser más viable (o menos humillante por los números), ¿Qué será mejor a largo plazo? ¿Incluirá reconsiderar toda la estrategia?
Layo fue maldito por Hera por haber violado al joven Crisipo. Su delito fue grave. ¿Cuál fue el delito de esta élite que “impulsa” a Xóchitl? Usar al Estado mexicano para convertir a la economía en un capitalismo de cuates.
Ya han sido rechazados por un pueblo que no sucumbe tan fácil a su creatividad; parece que se empeñan en confirmar su destino con cada brillante idea que sacan para dar frente a López Obrador. Persiste el rechazo, y ellos insisten en idear cualquier cosa que les devuelva el poder. Sin embargo, el oráculo de las encuestas es elocuente.