ZACATECAS. Este martes se rindió un homenaje al pintor fresnillense Francisco Goitia por el aniversario 141 de su natalicio, en la plazuela que lleva su nombre, en la capital.
Es recordado como un hombre complejo y de convicciones fuertes.
Su legado, indiscutiblemente valioso, consiste en la obra que desarrolló durante el porfiriato, la revolución, y la post revolución, lo que sin duda tuvo una profunda influencia en su vida y en su trabajo.
La pintura de Francisco Goitia es trágica y llena de elementos religiosos. Sus paisajes inhóspitos y sus autorretratos evocan a su estilo de vida franciscano.
Goitia tuvo la encomienda de documentar gráficamente y por escrito la guerra civil cuando se integró al ejército villista con el general Felipe Ángeles, en 1911.
Fue cronista de la revolución “a través de su pintura y de sus manos”, relató Adela Bañuelos Acevedo, directora del museo que lleva su nombre, en la capital.
LA CRÓNICA DE GOITIA
La directora del museo expuso que la serie Revolución, expuesta en este recinto, se compone de “obras muy dramáticas, porque eso es lo que él vio: muerte y desolación”, como en la obra Caballo famélico, que representa “la pobreza, la tristeza y las ausencias que deja la guerra”.
Sin embargo, en su etapa de paisajes, “tiene color, los cielos azules de Zacatecas y la flora que vio”, detalló la directora.
Destacó que Francisco Goitia vivió siempre bajos sus convicciones “no como la época señalaba o como la élite de artistas lo hacía; él vivió como él quiso”.
Adela Bañuelos explicó que la crónica visual del pintor nos muestra los cambios que vivió, de cómo quiso salir del círculo social de los artistas y de los políticos, de cómo se fue por la vertiente de la humildad y la sencillez.
Finalmente, recordó que “el trabajo de Goitia está aquí, en el museo que lleva su nombre; él siempre quiso que el pueblo disfrutara de su arte”.