VILLA GONZÁLEZ ORTEGA. Con sentimientos encontrados, habitantes de la cabecera municipal le dieron el último adiós a las víctimas de feminicidio María Azucena y a su hija Analí Alexandra, de 31 y 14 años respectivamente.
Entre lágrimas de dolor, rabia e impotencia por los crímenes cometidos contra madre e hija, la familia Aguiña Gaytán despidió a Azucena y Analí entre flores de papel, y globos blancos y rosas durante la tarde del jueves.
Los allegados a la familia expresaron que la mujer de 31 años provenía de una familia de personas buenas, afables y serviciales, “que lo único que hacían era ser solidarias y brindar su ayuda a quien lo necesitaba”.
Señalaron que salieron de su terruño en busca de mejores oportunidades y por ello llegaron hasta Guadalupe, donde la mañana de este miércoles las hallaron sin vida.
Explicaron que la familia de Azucena se dedica a la construcción. Su padre como contratista acostumbra a emplear mujeres para realizar la limpieza de las viviendas donde realizaban su trabajo y así nunca les faltó el sustento. Aunque también Analí tenía el respaldo de sus tíos para que no dejara sus estudios.
PIDEN POR LA PAZ
Luego del velorio, ambos ataúdes fueron trasladados, entre música de mariachi, hasta la parroquia del Señor de Santa Teresa, donde el sacerdote Marcos ya los esperaba para darles la bendición y despedir a Azucena y Analí.
Durante su homilía, el religioso apuntó que “las muertes de ambas mujeres no debieron ocurrir, no se les debieron arrebatar: sin embargo, es parte de la realidad que se vive en Zacatecas y el país; [además de demostrar] la pérdida de valores en la que vivimos”.
Además, expresó palabras de solidaridad e invitó a la paz a los presentes, por ello al rezar el Padre Nuestro pidió a los presentes hacerlo tomados de las manos y, al momento de dar “el saludo de paz”, los conminó a hacerlo con un abrazo, a lo que accedieron los creyentes que abarrotaron el templo.
También, los convocó para rodear los féretros para expresarles a Azucena y a Analí el cobijo de los asistentes, a quienes el sacerdote agradeció por llenar con su presencia y mostrar su aprecio para la familia en un ambiente de hermandad y solidaridad.
Luego de la misa, en la explanada ya los esperaba el mariachi, quien acompañó al cortejo fúnebre, al igual que una decena de motociclistas que adornaron sus caballos de acero con globos rosas y blancos, hasta el panteón municipal, donde descansarían los restos de madre e hija.
Los ataúdes fueron trasladados en dos camionetas, que fueron adornadas con flores de papel blancas y rosas en una especie de doble arco, que se entrelazaban en medio, para despedir a las originarias de Villa González Ortega.
Antes del entierro, se escuchó: ¡Que se haga justicia! De los familiares de Azucena y Analí, quienes pidieron que se castigue a quién les arrebató la vida mientras dormían en su casa de La Comarca, en Guadalupe.