A un costado de la rosticería El Pastor se ubicaba una vecindad, en la que nació la familia Araiza; la bisabuela Máxima cayó muy enferma porque dicen, se le aparecía un Catrín.
En esa vecindad en el centro del patio había una higuera muy grande y en un rinconcito estaba un baño y justo ahí, El Catrín entraba y salía y le hablaba a Máxima: “saca el dinero, saca el dinero”, a lo que Máxima nunca hizo caso.
Al poco tiempo empezó a aparecerse a su hija Amparo, quien también lo rechazó. En aquel tiempo decían que era bueno rezarles, hablarles a la vez con malas palabras y correrlos, no pasó mucho tiempo cuando a la abuela Amparo empezó a torcérsele la cara, aunque posteriormente se le detectó un tumor canceroso.
Lo curioso de la historia es que cuando ese fantasma de El Catrín, alto, delgado, vestido de negro y un gorrito de bombín, les insistía que sacaran el dinero y les señalaba dónde, ellas cayeron en cama enfermas y murieron relativamente rápido.
Años más tarde, se cree que quien sí halló el dinero, don Javier en paz descanse, fue el ganón. Se dice que los albañiles andaban arreglando y sobre las puertas de los cuartos, había una piedra que sobresalía de uno de los marcos que, al quitarla empezaron a caer las monedas de oro.