CIUDAD DE MÉXICO. «¿Alcanzaste para planta baja en CU?», preguntó un revendedor que se alistaba para entrar a la fuerza y por enésima vez a la taquilla del Estadio Azteca. «No. Se acabaron bien rápido», respondió su interlocutor.
La Liguilla no solo es la Fase en la que ocho equipos pelean por el título de Liga en cada torneo, también es tierra fértil para los revendedores, más si América juega el sábado y Pumas el domingo. Su Buen Fin interminable.
Así que esos que ya tenían en sus manos boletos para CU, y que pondrán al doble o al triple de precio, también aprovechaban la falta de seguridad en el Azteca para invadir, para violentar: entraban cinco aficionados formados y ocho revendedores que se ubicaban cerca del inicio de la fila y que invadían cada vez que se abría la puerta. Claro, la invasión también era física.
«Te me estás pegando», reclamó un aficionado que se formó 50 minutos para acceder a taquillas.
«Has de estar muy ancho», respondió, molesta, la revendedora.
«Un poquito. Sí», dijo el fan.
Para el Pumas-Chivas, a celebrarse a las 18:00 horas del domingo, los boletos en taquilla se cotizaron entre 410 y 530 pesos. Para el Azteca hay entradas desde los 200 pesos, pero muchas de ellas ya están en manos de la reventa, que solo espera que se anuncien las localidades agotadas. Es la cultura del agandalle.