JURIQUILLA. Una noche maratónica pero esplendorosa se vivió en la gran Plaza de Toros de Provincia Juriquilla, que registró un lleno hasta el reloj.
Los 100 años de la ganadería de Xajay se celebraron a lo grande con el indulto de un gran toro como lo fue Hijo de la Luna, de Xajay, que toreó por nota el michoacano Isaac Fonseca.
Esta noche también el triunfo fue para Juan Pedro Llaguno, que cortó dos orejas; mientras que Sebastián Castella y el rejoneador Diego Ventura se fueron cada uno con una oreja.
La hazaña de Marco Pérez
Inolvidable, de 380 kilos, primero de la noche para el novillero Marco Pérez, que deletreó el saludo a la verónica, con ritmo y cadencia.
Un quite por navarras fue el saludo capotero del joven español que se presentaba por vez primera en esta plaza de toros.
Muletazos por alto y la clase aquilatada en estos primeros pasajes, en los que demostró sus buenas maneras.
El novillo tuvo ese fondo de calidad y dio paso a que Marco luciera por el pitón derecho una serie muy asentada, donde llevó el trazo más largo, a compás y entendiendo con mucha claridad lo que el toro ofrecía.
Al final el novillo fue más deslucido, iba con la cabeza arriba, suelto, pero Marco puso mucha técnica para ir resolviendo y terminar por estructurar una faena con ese toque variado y de inventiva que le fue reconocido por el público, que volvió a abarrotar los tendidos de la Plaza de Toros Provincia Juriquilla. La espada no le permitió el triunfo.
Diego Ventura, sublime
Don Juan, de 460 kilos, el toro que correspondió al rejoneador Diego Ventura, quien brindó al ganadero Javier Sordo, propietario del hierro de Xajay, que hoy celebró sus primeros cien años.
El caballero en plaza montó a Joselito. Paró magistralmente al toro, con mando y señorío como acostumbra cada tarde. Lo pasó con un rejón de castigo.
Velásquez, y el temple nato que surge en apenas segundos: cómo cambió el ritmo y lo llevó por los adentros, cosido, para dar la vuelta al ruedo.
El toro muy pronto se aquerenció, pero la solvencia de Ventura terminó por imponerse, llegando mucho para provocarlo, y así, en un palmo de terreno, colocó la primera de las banderillas.
Bronce, y sus letras doradas que escribieron las notas más altas de la noche. Tú a tú en las cercanías donde no hay espacio para nada más, solo para que la clase y la verdad tomen su propio vuelo.
Una banderilla al violín que detuvo el tiempo y avivó las emociones, para después, apoderarse Bronce de la escena, ya sin la cabezada, recreando el arte en su estado más puro. Uno a uno, dando el pecho y el alma.
Generoso, y su forma tan suya de un carrusel ligado bajo la perfección. Un par a dos manos entre el clamor de un público que sigue rindiéndose a la magia de Ventura.
Oreja con petición de la segunda que no fue concedida, pues mató al segundo intento.
Oreja para el francés Castella
Centenario, de 530 kilos, tercero de la tarde, para Sebastián Castella, que firmó un buen saludo capotero, destacando la pinturera media con la que firmó. La variedad plasmada en un quite en el que puso su propio sello.
La faena por nota, toreando con el sentimiento plagado en series que fue construyendo por el pitón derecho, asentado, trazo muy largo e infinito, prodigando series muy templadas en la que toreó muy despacio a otro buen toro de Xajay.
La faena con el toque artístico de un inspirado Castella que hoy encontró el triunfo para cortar una oreja.
Esfuerzo de Alejandro Talavante
El cuarto, Pastor, de 520 kilos, para Alejandro Talavante, que estuvo bien con el capote. El toro se quedó muy corto en la muleta y además no tuvo esa transmisión y lucimiento.
Se sobrepuso a las condiciones del toro, y estuvo muy pero muy por encima, terminando por inventarse esa actuación llena de firmeza y entrega. Pasaportó de estocada defectuosa y cosechó palmas
La espada priva del triunfo a El Payo
El quinto, Queretano, de 500 kilos, para Octavio García El Payo, que dejó la cadencia y ritmo en el saludo capotero.
Muletazos por alto en el comienzo de su faena, y poco a poco fue encontrando el punto medular para llevar a más su actuación.
Asentado corrió la mano por pitón derecho, corriendo la mano, acompañando con la cintura, en ese trazo largo templado que llevan el sello propio.
La faena fue interrumpida por un malestar físico del torero, que tras ese respiro regresó a escena para firmar su entrega y verdad. Mal estuvo con la espada, aviso tras silencio.
Dos orejas para Llaguno
El sexto, Milenio, para Juan Pedro Llaguno, que apostó el todo por el todo, cubriendo con garbo el Tercio de Banderillas con tres buenos pares.
Fue una faena donde la entrega estuvo presente siempre con ese deseo de ir a más, de llegar a sus paisanos y de demostrar que en él hay un torero puesto y dispuesto.
El toro le permitió estructurar esa faena que fue a más y que coronó de gran estocada, cortando dos orejas.
Inolvidable faena de Isaac Fonseca
Hijo de la Luna, número 60, de 480 kilos, para Isaac Fonseca, que de rodillas a porta gayola saludó, toreando después por chicuelinas un temerario inicio de faena de rodillas con péndulos que han sido el prólogo de una actuación soberbia, sobrada, a más, siempre.
Cuajando la naturalidad por el derecho en series templadas, plagadas de emoción, aprovechando también la calidad del toro que tuvo clase y emotividad y por tanto permitió esa entrega sin medida del michoacano que sigue cautivando en cada tarde.
Al final, la petición fue que se perdonara la vida del toro y por ello se indultó. Qué gran toro fue Hijo de la Luna.
Fotos: Manolo Briones