No dejar morir la esperanza
Durante el tiempo que he vivido en Coahuila de Zaragoza he escuchado a muchísimas personas expresarse de una manera muy linda sobre mi natal Zacatecas en términos de remembranza, es decir, evocando algún recuerdo o vivencia que tuvieron en el estado, particularmente en la capital.
Para mi tristeza, todos esos comentarios cierran con una locución de lamento por no poder repetir la vivencia debido a “lo feo que ahorita está Zacatecas” y, sin embargo, todas esas personas desean poder repetir esos bonitos momentos. Le pongo dos ejemplos:
En una de las primeras ocasiones que me tocó esa expresión de lamento, me decía un joven -como yo- que él y su esposa tenía grandes recuerdos de nuestra capital porque antes de casarse, en sus dos o tres años de noviazgo, solían viajar seguido los fines de semana de Saltillo a Zacatecas solos o en grupo de amigos, y se la pasaban requetebién degustando las comidas y bebidas del Centro Histórico, además de museos, iglesias, teleférico, La Mina y demás.
En una ocasión reciente, una pareja, con la que unos amigos y yo degustamos en el maravilloso entorno de Las Quince Letras, nos decía que durante muchos años ellos y sus compadres o amigos fueron fieles visitantes de la Feria Nacional de Zacatecas, que les encantaba venir a los toros y “agarrar el tamborazo”, pero de unos años para acá (no dijeron exactamente cuántos) todo había cambiado y ya no era lo mismo, así que preferían irse a la feria de Aguascalientes y solamente pasar por Zacatecas hasta esta ocasión, que decidieron quedarse y eso fue porque viajaron en camión, “más a gusto y seguros”.
Como esas historias, tengo muchas más. Omito más detalles por cuestión de espacio, pero debo decirle que incluso he conocido personas de los estados aledaños al terruño que dicen haber preferido cerrar negocios en nuestra entidad a aventurarse a viajar a nuestros municipios. Dicen no sentirse confiados y haber escuchado historias sobre la difícil situación de inseguridad en municipios y carreteras, e inclusive, que las atracciones de antaño han perdido su lugar ante la oferta de otros destinos.
Francamente, no sé la veracidad absoluta de sus dichos y, por supuesto, siempre puede predominar una perspectiva o tendencia hacia engrandecer o sobredimensionar las cosas negativas que prevalecen en un momento y lugar determinados -una característica de la percepción social de la situación colectiva-, o bien, la evaluación de gustos o experiencias puede ser subjetiva, pero lo que no podemos negar es que, en general, vivimos tiempos complicados y al exterior de Zacatecas se advierte una sensación negativa de lo que ocurre. Y, a pesar de ello, prácticamente todos los comentarios que me hacen las personas que vivieron un Zacatecas lindo en otras etapas es un “ojalá que las cosas mejoren”.
Ese tipo de comentarios me encaminan a una idea simple: la esperanza. La idea de que, al paso del tiempo, las cosas mejorarán. En una búsqueda muy simple que realicé a través de Google, encontré que “La esperanza es una actitud o un estado de ánimo realista pero optimista, la creencia de que un cambio positivo es posible y la voluntad de establecer y trabajar para conseguir objetivos.
“Tener esperanza es crucial a la hora de establecer objetivos y tomar decisiones (autogestión), mejora las relaciones sociales y otros logros, como la escuela o el trabajo, y es esencial para alcanzar la satisfacción vital, incluida la salud mental y física”. (La Ciencia de la Esperanza (unodc.org)).
Considerando esa definición, en estos albores de 2024 mantengamos la actitud y el ánimo de que las cosas van a cambiar y hagamos lo que nos corresponda para ello. Si pensamos que un tercero (por ejemplo, “el gobierno”) va a cambiar todo, me parece que estamos equivocados.
Por supuesto, no debemos perder de vista que, en efecto, “el gobierno” tiene una amplia responsabilidad en varios tópicos, pero la reflexión va en el sentido de hacer lo que nos corresponda como individuos (en nuestra persona, con nuestra familia, como ciudadanos) y acompañar en lo que nos toca los esfuerzos que se hacen por terceros (“el gobierno”, las organizaciones civiles, religiosas o educativas, los partidos políticos, los colectivos, agrupaciones, cámaras y cuanto ente social se le ocurra) para que, en primer lugar, mantengamos la esperanza de un mejor porvenir y, en segundo, esa actitud y ánimo realista y optimista, impulsado por los objetivos que trazamos y el trabajo que desarrollamos nos lleve a eso.
Zacatecas nos necesita y requiere de la mejor versión de nosotros. Mantengámonos unidos, no dejemos morir la esperanza, demos lo mejor que podamos. Lo que sembremos hoy cosecharemos mañana.
Que tenga usted un 2024 con salud, trabajo y armonía familiar.