El regreso a Zacatecas y los Servicios al Contribuyente del SAT
Cuando tomé la carretera de salida de Saltillo, Coahuila, recibí una llamada de mi jefa, la maestra Andrea Hernández. Dice mi madre -casualmente ella estaba pasando unos días de descanso conmigo en la capital coahuilense, cuando me confirmaron el movimiento de adscripción de Coahuila de Zaragoza a Zacatecas- que me cambió el semblante radicalmente, pues pensé que de último momento algo podría frenar la aventura de regresar al terruño, al edén zacatecano, algo que ya me habían adelantado. No fue así.
Gracias a dios mi jefa me marcó para darme instrucciones precisas de una situación que necesitaba atender a la brevedad en la Administración Desconcentrada de Servicios al Contribuyente (ADSC) de Zacatecas “1” del Servicio de Administración Tributaria (SAT). Se confirmaba el retorno.
Durante el trayecto, comencé a reflexionar sobre todo lo que he vivido en todos estos años en el SAT, desde oficinas centrales hasta ser responsable de desconcentradas en tres entidades del país: San Luis Potosí, Coahuila de Zaragoza y ahora Zacatecas.
Gracias al Servicio de Administración Tributaria, mi formación como administrador público se ha ido puliendo -pero debo decir francamente que ésta es inacabada, porque todos los días se aprende algo- y he crecido mucho como servidor público -eso es lo que soy, un servidor público, yo no soy un político profesional, soy un servidor público profesional- y se van modificando las experiencias. Soy un modesto empleado federal que disfruta mucho su trabajo y aprende todos los días.
En un punto de la carretera pensaba en todas las personas con las que he coincidido en el SAT y a las que les debo la formación que he tenido y las responsabilidades dadas.
Podría enumerarlas y decir sus nombres abiertamente, pero por respeto a ellas y ellos, y en aras de no ventilar sus identidades, omitiré los nombres. Solo puedo decir que soy muy afortunado de haberme cruzado con tantas personas en el SAT, tanto en las oficinas centrales -en el Módulo 1 de “Bancen”- como en la coordinación nacional, así como en las desconcentradas, porque mi testimonio sí puede aseverar sin ninguna reserva que uno es la suma de la gente que lo rodea.
He sido muy afortunado en todas las etapas de mi vida, incluso en las más oscuras -laboralmente hablando- y he tenido la estrella de contar con personas que me han tendido la mano. A todas esas personas, de corazón, ¡gracias! No sería lo que soy ni estaría donde estoy sin el apoyo de tantas y tantas personas a lo largo de mi vida, empezando por mi familia, mi madre Carmen, mi papá Oscar, mi hermano Oscar Arturo, mi hermana Mariana y mis sobrinos Max, Fer, Victoria y ahora la Pequeña Lúa, y después de ellos por tantos y tantos amigos con los que la vida lo bendice a uno, así como tantos conocidos que se van haciendo en el camino. A todos les debo algo.
El regreso a Zacatecas se da en una circunstancia que para mí es muy sencilla: estoy en la etapa simple de aportar mi granito al gran equipo de trabajo que ya desarrolla sus labores en el SAT, en Servicios al Contribuyente.
Por supuesto, ninguno de nosotros es perfecto, pero puedo asegurar que creo firmemente en que quienes estamos en las oficinas del SAT en Plaza Futura, así como en el Módulo de Servicios Tributarios en la avenida Huicot de Fresnillo, somos un conjunto de trabajadores del sector hacendario que disfrutamos nuestro trabajo, hacemos el mayor esfuerzo todos los días y tenemos un alto grado de compromiso institucional.
Sabemos dónde estamos y qué debemos hacer. No somos una “burocracia x”, somos un equipo profesional que está comprometido con Zacatecas, con el contribuyente.
Si hay un área sumamente dinámica del SAT, sin duda es Servicios al Contribuyente. Pareciera que siempre es lo mismo -atender personalmente al contribuyente-, pero las circunstancias alrededor de la vida contributiva de cada persona son varias, variantes e inacabadas.
Nuestra labor se centra en dar orientación fiscal y realizar trámites y servicios del contribuyente que van a significar, básicamente, la puerta de entrada y salida de la vida contributiva. Parece sencillo, pero no lo es: la evolución normativa y su cruce tecnológico son retos de todos los días.
En esta administración federal se ha trabajado mucho en aterrizar un plan estratégico cuyo eje rector está basado en cuatro cosas: aumentar la recaudación, bajar la evasión y elusión fiscal, combatir la corrupción y dar la mejor atención al contribuyente.
Esto último particularmente es lo que hacemos en las oficinas y módulos de Servicios, traducido en dar atención con calidad y calidez, una férrea línea de trabajo que ha impulsado el jefe del SAT, Antonio Martínez Dagnino, y que nuestra administradora general ha fomentado enormemente, construyendo un gran equipo de trabajo -al que me honra mucho pertenecer- que comparte esa mística.
Francamente, no tengo idea de cuánto dure la aventura, pero disfrutaré el camino y trataré de que todos los días, el gran equipo de trabajo que confío en tener, honre su responsabilidad y ayudemos a las personas contribuyentes, particularmente a los zacatecanos, a resolver la situación que nos presenten. Nunca ha sido fácil la atención al ciudadano, pero es nuestro trabajo y hay que realizarlo de la mejor manera.
Vivimos en un país que, entre muchas carencias, tiene un nivel de cultura contributiva muy bajo, un amplio desconocimiento de la materia fiscal y una cierta reticencia a acercarse.
Confío en aportar un poco para que eso cambie, pero ojo, uno no anda solito por la vida, los administradores nos debemos a los equipos de trabajo, a la suma de voluntades de los servidores públicos, al sacrificio de lo personal por lo colectivo que se hacen en un pequeño módulo de atención. La gente, en general, teme acercarse al SAT, pero confío en que eso cambie.
A final de cuentas, como servidor público, uno entiende que las responsabilidades son pasajeras, pero el hacer bien las cosas permanece en el tiempo. Yo solo doy gracias a Dios de estar donde estoy…