ZACATECAS. Las historias de amor en el deporte no siempre siguen el estereotipo del amor romántico que todos conocen, algunas de ellas nacen en los lugares más inesperados, como es el caso de Isacil Barrientos Castillo y Diego Baltazar Castro.
El tatami, las jaulas y los octágonos son testigos del romance de los artemarcialistas que le han dedicado su vida al deporte, convirtiéndose no solamente en entrenadores, sino también en maestros de vida para muchos jóvenes.
PRIMER CONTACTO
Las redes sociales tuvieron un papel importante en la vida amorosa de ambos, “ya que nos dedicamos a lo mismo y me llamó la atención que una chica como ella entrenara Muay Thai [boxeo tailandés] y desde ahí la comencé a seguir”, mencionó Diego.
Pero nuevamente esta historia no fue como normalmente sucede en las películas, ya que tuvo que pasar más de un año para que comenzaran a tener una conversación en línea.
“Me di cuenta que era su cumpleaños y que era peleador, entonces lo felicité y desde ahí empezamos a hablar y todo surgió muy chido, porque los dos nos entendíamos muy bien”, detalló Isacil, al recordar esa primera charla que tuvo con el que ahora llama el amor de su vida.
Sin embargo, el primer obstáculo que tuvieron fue la distancia, ya que Isacil es originaria de Xalapa, Veracruz, y Diego nacido en la capital zacatecana, lo que complicó conocerse en persona.
EL DEPORTE SE DISFRAZÓ DE CUPIDO
Después de mensajear por meses a través de las redes sociales y ahorrar para tener el primer encuentro, finalmente llegó el momento más esperado para los dos.
Con el corazón palpitando a mil, como si se tratara de una pelea, Diego viajó hasta Xalapa para por fin conocer a Isacil, aventurándose a lo que sería el viaje más importante de su vida y carrera deportiva.
“Sabíamos bien que esto sería algo bien chingón y diferente porque desde el día uno que nos vimos en persona entrenamos juntos y así ha sido hasta este momento, nunca paramos”, refirió Barrientos Castillo.
APOYO MUTUO
El nacimiento del nuevo amor trajo consigo una pareja fuera de lo común, pero con una misma pasión, las Artes Marciales Mixtas (MMA), que los ha llevado a conocer diferentes partes del país.
Para Diego, su pareja no solamente significó ser su novia, sino quien lo acompaña desde la esquina del octágono en cada victoria o derrota, dándole palabras de aliento
“Como peleador sabes que en tu esquina no está cualquier persona, tiene que estar alguien que te conozca bien, no solamente como atleta, sino también como persona, y sin duda si alguien me conoce bien es ella”, puntualizó.
Mientras que la vida deportiva de Isacil Barrientos tomó un rumbo diferente a los octógonos, pues se adentró a las competencias de Crossfit, en las que Baltazar no la ha dejado sola en ningún momento.
FUNDACIÓN DE LA FAMILIA
Con un amplio recorrido en el MMA, ambos peleadores no solamente son compañeros de vida, sino también guerreros del tatami, al convertirse en entrenadores de la academia La Familia.
La disciplina, el coraje, pero sobre todo el amor entre ambos llevó su relación a otro nivel, para convertirse en inspiración para los miles de jóvenes que han pasado por la escuela.
“Lo más bonito de esto es ver cómo los chavos que vienen nos ven y nos preguntan cuántas horas entrenamos, y cuando les decimos que de seis a siete diarias entienden que con una hora no basta para lograr lo que quieren.
“Para mí, esto es mi familia”,refirieron ambos al recordar que a través del deporte mantienen una relación sana, sólida y con un hambre de seguir destacando en el MMA, pero sobre todo “de sacar a los jóvenes de los malos pasos y arroparlos”.