Marco Antonio Flores Zavala
A la Diputación Provincial (1822-1823) le sucedió un Congreso Constituyente (1823-1825), un gobernador, magistrados para el Tribunal de Justicia y jefaturas políticas (coordinaban circunscripciones territoriales); siguieron otras legislaturas (cinco) y gobernadores (cuatro).
Los individuos ocuparon esas instancias de poder estatal en el contexto de un nuevo régimen político (republicanismo), en el cual asistieron con nombramiento y representación de juntas y de pueblos del interior del estado.
Esos individuos, en su transcurrir, encarnaron las diferentes facciones que entonces aparecieron en el escenario público político. No fueron todos de origen, ni permanentes, monarquistas, antimonarquistas o republicanos federalistas; pasaron por las formas políticas que se impusieron en la terminal Nueva España y en la emergente República Federal. Unos fueron de leales al emperador Iturbide a federalistas y republicanos. Otros aparecieron como moderados en la fase preindependiente y después confederalistas.
¿Cuáles son los rasgos del conjunto de aquellos políticos del período 1822-1835? En el contexto que postuló la ciudadanización e igualdad de los individuos, resalta una primera cuestión: la asimetría de su composición.
Ninguno era descendiente de las castas y dos provenían de nobles novohispanos. Todos pertenecían a familias criollas o de españoles arraigados en la región. En el período solo se nombró un español como diputado y otro como magistrado.
Por los lapsos de vida, se percibe que convivieron dos generaciones. Una la integraban los que nacieron en los últimos años del siglo 18. Su actuar público inició en el período de la guerra de Independencia. La siguiente generación es la que nació en la primera década de 1800. Sus incursiones políticas fueron en los colegios electorales de su comunidad. En este ciclo no ocurrió la convivencia en el Congreso de padres, tíos o suegros con hijos, sobrinos o yernos, como sí sucederá en las siguientes décadas.
Las actividades económicas preponderantes son dos: el comercio y las haciendas, los menos provenían de la minería y la burocracia escritural. Agreguemos en este tenor que, salvo algunos, el conjunto de políticos complementó su labor pública con la administración de sus bienes.
Esta situación, que puede explicarse en términos de Max Weber: eran sujetos que actuaban para la política, o si se quiere: para la república y nación mexicana. Aunque en ocasiones también vivieron de la política, pues no se registra el caso de uno que dejara de cobrar su dieta o de quien no solicitara algún adelanto para instalarse en la ciudad de Zacatecas.
También estuvieron quienes cobraron los servicios que prestaron a la representación de la entidad y de la provincia. Quizá la excepción en este caso fue Francisco García Salinas, quien se negó a aceptar una pensión por los siete años de ejercicio de la representación política.
Frente al mayoritario grupo de propietarios, está el minoritario que laboraba en una actividad autorizada por los estudios realizados. Como era el caso de los sacerdotes, abogados y médicos. Sin embargo, pese al título, ninguno subsistía con el producto generado en el ejercicio profesional, pues extendían sus intereses a la minería o la administración de sus propiedades.
Si bien la presencia de los propietarios y comerciantes fue permanente, en el caso de los profesionistas existen variantes. Mientras, desde la Diputación provincial y hasta el tercer Congreso constitucional (1829-1830) existió una presencia distinguida de sacerdotes, luego se pasó al de grupo de abogados.
El desplazamiento es un síntoma de la transición de una sociedad estamental a una liberal. El paso definitivo ocurrió en 1830, cuando mediante una interpretación de la Constitución (art. 22) se dispuso que los sacerdotes no serían elegibles.
A partir de entonces el clero no acudió a los comicios. Incluso desapareció de los colegios electorales. En contraste, el número de abogados creció su acción: mientras en el primer Congreso constitucional registró dos practicantes, y antes solo un licenciado por asamblea, en el sexto Congreso (1835) estuvieron seis.