CIUDAD DE MÉXICO. Con el lanzamiento de Redacción sin dolor (1994), título que se convertiría en todo un clásico popular, Sandro Cohen (1953-2020) buscaba ofrecer «una herramienta para quien se sienta perdido ante una hoja y una pluma».
«Puede ser una secretaria o un médico o un periodista. No importa. Aquí no trato de aumentar talento o de enriquecer cultura, sino de enseñar a la gente cómo organizar sus pensamientos de forma gramatical», dijo a Grupo REFORMA, hace casi tres décadas, el poeta, ensayista, traductor, editor y crítico literario originario de New Jersey, pero naturalizado mexicano en 1982.
«Él decía, lo dice desde Redacción sin dolor, que cualquier persona es capaz de redactar bien. Y para eso escribió un libro y un cuaderno autodidacta», recuerda ahora, en entrevista, Josefina Estrada, viuda del autor fallecido en 2020, a los 67 años.
Desde la dirección del Instituto Sandro Cohen, creado en 2021, y encabezando el proyecto «Redacción sin dolor (RSD) en línea», la también escritora ha emprendido la labor de perpetuar aquellas convicciones de quien fuera su compañero por más de 40 años, y que antes de morir ya había iniciado un proyecto para poner sus lecciones en video.
«Él fallece en noviembre, y en abril siguiente ya están terminados esos 15 videos que son los 12 usos de la coma. Yo seguí adelante dirigiendo el proyecto, y en este momento ya estamos lanzando el ‘Curso de puntuación'», comparte.
Por lanzamiento, las licencias de este curso virtual tienen un costo especial de 799 pesos, y se puede acceder al mismo a través de www.redaccionsindolor.com, donde la oferta irá aumentando paulatinamente hasta sumar 42 videos en total con diferentes temáticas.
«Estamos saliendo con el ‘Curso de puntuación’, y pronto vamos a sacar el de acentuación. Hacia mediados de año, vamos a salir con ‘Anatomía de la oración'», adelanta Estrada, con evidente entusiasmo. «En este momento hay muchas ideas para seguir haciendo nuevos contenidos, que de eso se trata, de que (Cohen) siempre esté vigente».
A decir suyo, hacer todo esto ha constituido una proeza, un «trabajo monumental y extraordinario», con la notable participación de guionistas, animadores, músicos, actores, programadores, publicistas y especialistas en gramática.
«Eso sí, todos animados por el espíritu vital de Sandro, por hacer realidad el sueño más ambicioso que tenía en ese momento; porque Sandro siempre tenía hambre de alcanzar algo, y lo alcanzaba. Como empezar a aprender el español a los 17 años», evoca Estrada.
Pero, sobre todo, materializar este sueño ha sido un esfuerzo de la propia familia del también académico de la UAM, incluida su hija Leonora Cohen, egresada de la carrera de actuación del Centro Universitario de Teatro de la UNAM y con una maestría en Actuación para Cine y Televisión, quien aparece en los 42 videos.
Yliana Cohen, también hija y colega del autor de obras como De noble origen desdichado, Línea de fuego y Corredor nocturno, se hizo cargo, por su parte, de lo editorial; «él ya no pudo ver impresa la séptima edición (de Redacción sin dolor), pero la dejó muy avanzada, y su hija Yliana, con quien trabajaba en conjunto, la terminó», relata Estrada.
«Y tomamos como muy buen augurio que este año cumple 30 años Redacción sin dolor», celebra la viuda de Cohen en el aniversario del libro-manual del que se han vendido más de 200 mil ejemplares.
En su caso, más que sólo conseguir los préstamos bancarios necesarios para financiar el empeño de los cursos, su principal labor coincide con aquello que hace no mucho escuchara durante una comida con el poeta Manuel Becerra y su compañera rusa: «Es deseable que los escritores tengamos una buena esposa, pero es mejor que tengamos una buena viuda».
«Eso me encantó, nunca lo había oído; me fascina ese cinismo. Es decir, sí, los cuidamos en la vida, pero también los cuidamos en la muerte; cuidamos la obra, y por eso conocemos la obra de César Vallejo, por ejemplo, o la de Guillermo Prieto y otras más.
«Fui una buena esposa, y quiero ser una buena viuda», remarca quien, entregada a la ardua tarea de eternizar en el reino virtual los valores y el espíritu de la enseñanza de su difunto compañero de vida, no parece que pueda ser calificada de otra manera.
‘El mundo está escribiendo’Como advirtiendo el actual ánimo de cautela ante un mundo hiperconectado y que teme ser desplazado por la tecnología, Estrada aclara: «Este material (los cursos de redacción en línea) no va a sustituir a ningún maestro de la materia».
«Creemos que es una valiosa herramienta de enseñanza si un profesor lo va a utilizar», sostiene. «Y también puedo asegurar que, si lo hace de manera personal, cualquiera que se ponga a estudiarlo va a aprender».
Los ámbitos en donde pueden resultar útiles estos conocimientos necesarios para empezar a redactar con limpieza y claridad en realidad son amplios, empezando por el mejoramiento de la propia planta docente de algunas escuelas, hasta la capacitación del cuerpo de empleados en alguna empresa.
«Creo que, como nunca, el mundo está escribiendo, y su escritura es pública. Se ve en las redes; vemos el estado fatal de los que escriben, incluidos los que ingresan y egresan de la universidad. Las fallas han crecido como una enfermedad contagiable; de ahí también la gran importancia de que un método estructurado se ponga a la venta», estima Estrada.
Sobreviviendo la vida sin SandroA más de 3 años del fallecimiento de Cohen, luego de haber estado hospitalizado varias semanas por un cuadro de Covid-19, Estrada no se acostumbra a su ausencia; «y yo creo que no lo voy a hacer jamás», apunta.
«Por supuesto que está aceptado, por supuesto que no lo niego, pero creo entender cuando la gente decía ‘los fieles difuntos’. Pues es que es de una fidelidad porque no te deja, te acompaña todo el tiempo. En ese sentido, sí está más cercano que cuando estaba vivo», expresa la viuda del escritor sepultado en el panteón judío Bet-El.
«Los primeros meses, aunque tenía este proyecto, e inyectaba la energía y todo esto, cuando tenía exceso de dolor yo decía: ‘Me voy a morir, simplemente el corazón se va a parar porque el dolor es insoportable’. Yo no había conocido dolor tan grande», subraya. «Entonces, no. Soy un deudo sobreviviente».
Inserta en todo este proceso, prosigue la autora, ni siquiera ha tenido oportunidad de retomar su propia escritura; «la demanda económica es muy absorbente», refiere.
«Me da un gusto enorme darle su sueño a Sandro, eso sí me da gusto. Es un obsequio, es además una palabra cumplida, que en el dolor más infinito lo dije: ‘Lo voy a hacer'».