AGUASCALIENTES. Juan Ortega fue el triunfador de la décima corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de San Marcos (FNSM) 2024.
El sevillano cortó dos orejas y salió a hombros. Su encuentro con la afición de Aguascalientes mostró su forma primorosa de capote y faenas, donde las pinceladas artísticas fueron el sello.
Arturo Saldívar no se dejó los esfuerzos, un primer toro con calidad, que por la espada no le alcanzó el triunfo.
Héctor Gutiérrez, una esperada carta en su tierra, también puso el valor, la determinación y ese deseo intacto de darlo todo, un lote complicado, que no le permitió más.
LA CLARA DETERMINACIÓN
Cantarito, de 500 kilogramos, de la ganadería de Begoña, el abre plaza al que Arturo Saldívar bregó de salida.
El brindis al respetable del hidrocálido, muletazos por bajo en los primeros compases que perdió las manos en el remate final.
A media altura fueron los siguientes pasajes para tratar de ayudar al ejemplar que tuvo poca fuerza.
Lo mejor lo firmó por el izquierdo, pudo bajar más la mano y lo llevó con mucha suavidad.
Regresó a pitón derecho, pero aquí tuvo que consentir mucho al toro, esperándolo más, y así ligando dos series con mando y poder.
En los pasajes finales, Saldívar supo esperar, ser paciente y tirar del novillo, atemperando su faena.
El toreo en redondo fue el colofón, no llegando el triunfo por la colocación de la espada. Se retiró entre palmas, escuchando antes un aviso.
Colibrí fue el cuarto de la tarde, segundo del lote de Arturo Saldívar. Un astado muy tardo, que le costó mucho desde el primer muletazo.
El hidrocálido tuvo la claridad de ideas y le provocó por el izquierdo, consiguiendo una serie muy limpia y con lucimiento.
En los medios, tomó el engaño en la mano derecha y ahí, toque firme, pero el toro se quedaba muy corto y resultó de poco lucimiento.
Lo buscó por ambos pitones, pero fue muy complicado llevar a más su labor.
Melocotón, de Begoña, fue el primer novillo de regalo, un ejemplar de preciosa lámina, al que Arturo Saldívar ligó las primeras series por pitón derecho, fue construyendo un trasteo variado, pero el animal rebrincaba, y desmerecía mucho.
Pases de uno en uno, exponiendo de verdad, no dejando el esfuerzo que se tenía que hacer.
Estuvo muy cerca de los pitones, auténtico y con verdad, no hubo mayores opciones más que la de esa entrega. Se retiró entre palmas.
LA CLASE ES LA CLASE
Trianer fue el segundo de la tarde, con el que a compás toreó Juan Ortega, con esas verónicas artísticas y el manejo excepcional de las muñecas.
Largo y por bajo comenzó Ortega su prometedora faena. Siguió con ese empaque por pitón derecho, toreando con esa tersura que atesora y con el que se identifica. El toreo en redondo fue deletreado, con ritmo y sentimiento pleno.
Lo llevó muy lento, dejando la muleta en la cara para evitar la huida del de Begoña.
Cuando tomó el engaño por el pitón izquierdo, no llegó el lucimiento porque el toro buscó huir y refugiarse en tablas.
Fue una faena breve, pero con la intensidad necesaria, por lo que dejó pinceladas de gran calidad. Acertó con la espada y cortó, tras la petición, una oreja.
Arlequín, el quinto de la tarde, al que Juan Ortega adornó con verónicas con una pierna flexionada, por lo que de nueva cuenta lució sus buenas maneras.
Buscó desde el inicio de su faena ir a favor del toro, pero este fue muy agarrado al piso, además de que soltaba la cara y punteaba el engaño. Sin ser un ejemplar potable, abrevió.
Juan Ortega también se sumó a la apuesta, y regaló un novillo, de nombre Vivaracho, del hierro de Begoña, al que plasmó la estética, parsimonia y clase con el capote al saludar por asentadas verónicas.
El clasismo también manifiesto en un comienzo de faena con temple con trazos por alto.
Un animal repetitivo, con fijeza, que se metió en su muleta, la misma que llevó templada, con torería, tersura, el trazo muy fino y con esa hondura. La estocada fue en perfecto sitio para cortar una oreja.
NO DEJARSE NADA
Lunero, de 514 kilos, tercero de la tarde para Héctor Gutiérrez, que desafiante estuvo en el quite por saltilleras.
El hidrocálido apostó con serenidad desde el inicio de faena, sabía que el de Begoña era un toro con ese peligro latente y constante y así estuvo poderoso, buscando el toque firme siempre, aguantando, acortando la distancia.
Por el izquierdo, robó los muletazos, naturales que tuvieron el mérito y es el esfuerzo propio que se requería.
Expuso mucho, y con pundonor volvió a tomar la muleta en la mano derecha, estuvo muy encima de las pobres condiciones del astado y eso siempre será la mejor carta de presentación de la convicción torera de Héctor.
Estocada muy caída que no tuvo efectos, por lo que se tiró a matar de nueva cuenta, acertando al segundo viaje.
Bien Nacido, de 538 kilogramos, sexto de la tarde para Héctor Gutiérrez, que muy firme y determinado comenzó su faena de muleta.
El toro de muy poca fuerza, perdiendo las manos, deslucido, al que lo llevó con suavidad, con quietud.
A nadie debe quedar duda de la evolución de un torero que busca siempre ir a más, pero fue una pena que hoy ni este ni su primer ejemplar le ayudaran.
Plantó decisión, acortó la distancia, le aguantó, se metió entre los pitones y así pudo robar los muletazos con un mando infinito.
Se pegó un arrimón, como cada tarde, asumiendo su profesión con ese respeto y entereza.