SEVILLA. Morante de la Puebla hizo lo más destacado en la quinta del abono sevillano con una faena entonada al primero de la tarde, que a punto estuvo de valerle una oreja.
El de La Puebla aprovechó bien la nobleza de este astado para construir una faena que tuvo temple y momentos de belleza.
Por lo demás, la corrida de Juan Pedro no dio el juego apetecido y los toreros vieron limitados sus intentos; Manzanares y Pablo Aguado también se fueron de vacío.
Morante dibujó una verónica y media en el recibo al primero de la tarde. El toro fue castigado con contundencia y salió suelto.
En banderillas saludaron Curro Javier y Alberto Zayas.
SILENCIO
Morante se sintió a gusto con la noble embestida del de Juan Pedro y dejó bonitos trincherazos en el comienzo, como prólogo a una faena de suavidades y momentos de calidad, sobre todo al natural.
El toro le dio confianza a Morante para abrir la tarde con una faena entonada con pasajes bellos. Mató de estocada y hubo petición de oreja, que no fue atendida por el palco.
El segundo de su lote manseó en los primeros tercios y llegó a la muleta sin celo y sin apenas capacidad de embestir.
Morante no pudo hacer nada y se fue a por la espada. Hubo pitos para el toro y silencio para el torero.
PINCHAZO Y ESTOCADA
Manzanares toreó bien de capa a su primero, fijándolo en un primer momento y luciéndose después. El animal derribó en la primera vara y manseó en la siguiente.
También lo hizo en la muleta, teniendo Manzanares que emplearse en encelarlo. No fue el toro colaborador e incluso lo puso en apuros en un par de ocasiones, de modo que no pudo haber lucimiento. Mató de estocada y fue silenciado.
Manzanares tampoco pudo lucir de capa en el quinto, este ejemplar tampoco se empleó en varas y demostró mansedumbre.
Llegó a la muleta bastante apagado, sin prestar ninguna emoción al intento de agradar por parte del torero. Mató de pinchazo y estocada.
LA INTENTONA
Pablo Aguado toreó muy bien a la verónica al tercero. La última de éstas y la media fueron magníficas y provocaron la reacción unánime del público.
Lo llevó al caballo con un galleo por chicuelinas. En la muleta comenzó con compostura, pero el de Juan Pedro estuvo limitado de fuerza y esto marco la faena.
Pablo lo intentó por los dos pitones con determinación y buenas formas; sin embargo, la limitación del ejemplar le impidió llegar más a los tendidos. Mató al tercer intento.
En el sexto volvió a torear con soltura de capa, y aunque el animal fue cuidado en el caballo, Aguado hizo un quite bien rematado con bonita media.
Planteó la faena en el terreno de chiqueros, donde el toro quiso estar después de varas y banderillas. Este ejemplar apenas duró dos series antes de buscar las tablas, lo que imposibilitó por completo el lucimiento. Pablo lo intentó, pero no había nada que hacer.