AGUASCALIENTES. La segunda corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de San Marcos fue protagonizada por el matador de toros Diego Sánchez, quien cortó tres orejas y se convirtió en el triunfador, saliendo a hombros y firmando dos faenas importantes.
Sánchez se encontró con un buen ejemplar, que a la postre sería el mejor del encierro: el segundo de la tarde del hierro de Montecristo, que le permitió cuajar una faena donde mostró su evolución y madurez.
El encuentro de Sánchez con su público sin duda marcará un antes y un después en su carrera profesional, pues este jueves dio un golpe sobre la mesa, que tendrá, por obligación, un panorama con mayor claridad.
Lote complicado el que tuvo Uriel Moreno El Zapata, quien buscó a toda costa remontar la tarde. Puso mucho. Nadie quitará jamás ese mérito, porque a pesar de las exigencias siempre muestra su solvencia. Ginés Marín y los buenos detalles a su paso con su lote, dos toros de distinto comportamiento pero con los que tuvo lucimiento.
APOSTAR, ANTE TODO Y TODOS
Picador, del hierro de Montecristo, de 477 kilos, al que Uriel Moreno El Zapata saludó con larga cambiada de rodillas.
Un ejemplar reservón, que no se prestó para el Segundo Tercio. Fue imposible, pero aun así se le exigió en demasía al tlaxcalteca.
No cambió nada en la muleta, un animal agarrado al piso, que protestaba cuando lograba moverse. Fue muy paciente Uriel, que lo aguantó por el izquierdo. Palmas tras su actuación.
Espejero, de 470 kilos, fue el cuarto de la tarde, un astado al que saludó por verónicas El Zapata. La emoción se consiguió cuando puso el Par Monumental, desbordando los gritos del respetable, que puso desde aquí la esperanza de una buena faena.
Un brindis plagado de sentimiento, de profesional a profesional, al matador de toros Arturo Macías, quien presenció el festejo en un palco junto a su familia.
El inicio de faena de El Zapata, caminando con el novillo, buscando después la colaboración de éste, que tuvo muy poca transmisión.
El tlaxcalteca tiró de él, logrando sacar muletazos aislados, pero de buena manufactura. El animal finalmente no mintió, se fue a menos y buscó las tablas. Pasaportó de buena estocada. Palmas.
LA BUENA NOTA DE SÁNCHEZ
El segundo, Castañuelo, de 496 kilos, de Montecristo, para Diego Sánchez, que saludó de rodillas. La búsqueda del triunfo lo llevó a adornarse en un quite por chicuelinas que remató vistosamente.
El astado, distraído, acusando poca fuerza, con un comportamiento incierto, pero al que Diego Sánchez quiso hacerle una faena que contara algo.
Lo hizo con claridad, con el cambiado por la espalda, y los buenos trazos firmados por el derecho en una primera serie ligada.
El ejemplar colaboró, cambió el rumbo y Diego no desaprovechó nada. Otra serie templada y un cambio de mano portentoso llamaron el interés.
Rompió y se encontró con un ejemplar agradecido, que sacó el fondo de nobleza, y por el izquierdo también toreó, corriendo la mano, con esa hondura impresa y manifiesta.
Elevó el vuelo y pudo torear por ambos pitones. El gusto y el buen toreo en una sola escena, así, sin más. Gran estocada y sin miramientos. Se concedieron dos orejas. El animal fue aplaudido en el arrastre.
Latoso, de 474 kilos, de Montecristo, quinto de la tarde, tocando en suerte a Diego Sánchez, que se encontró con la poca fuerza de este toro, que perdía las manos.
El astado dio todo a cuentagotas. No quedó duda de la disposición del hidrocálido, pero poco, muy poco, se pudo hacer.
La paciencia rindió frutos y pudo sacar ese fondo de nobleza, y por el derecho, temple y quietud. Buen contenido y corte, llegando lo mejor en los pasajes finales. Buena estocada para cortar una oreja.
GINÉS, LA CLARIDAD Y EL PULSO
Cocinero, de 465 kilos, tercero de la tarde, primero del lote del torero español Ginés Marín, quien estuvo discreto con el capote.
Poco a poco buscó la colaboración del de Montecristo por el derecho. Aquí fueron limpios los primeros trazos.
La segunda serie ligada, con pausa y ritmo, pero al astado le costó embestir. La poca fuerza fue evidente. Un sereno Ginés lo ayudó, en tiempo y espacio, sin obligarle, llevándolo muy despacio para firmar de buena letra las dos siguientes series.
Plantó por el izquierdo, también, con la entera convicción, cruzándose a pitón contrario, pero aquí el ejemplar se colocó con peligro, por lo que Ginés decidió cambiar los procedimientos y regresar a pitón derecho, pero a estas alturas de la faena, al toro le costaba enormidades embestir.
Fueron muy pulsados los últimos muletazos, y de ahí, un reconocimiento del público que lo entendió a cabalidad.
Una apuesta final al meterse entre los pitones, dejando también la muestra de su valor. Pinchazo y estocada, siendo la correspondencia del público a su entrega, una ovación.
Areteado, de 498 kilos, sexto de la tarde y segundo del lote de Ginés Marín, que cuajó buenas verónicas; elegante y con clase en el juego con el capote.
Buscó desde el inicio la tersura en el trazo, llevando despacio al animal en las primeras series por derecho. Le costó desplazarse al astado, y al final terminó con la cabeza arriba.
Eso no mermó la apuesta de Ginés, que también buscó por un pitón izquierdo, donde pasó el toro y se impuso con determinación.
El ejemplar tampoco empujó en la Suerte Suprema, acertando al segundo viaje. Se retiró entre palmas.
FOTOS: MANOLO BRIONES