Identificado e identificable
(Primera parte)
Uno de los grandes desafíos que enfrentamos como usuarios de la red en la actualidad, es el cuidado de nuestros datos personales en el entorno digital. Esto debido a que prácticamente todas las transacciones que realizamos en la web implican que proporcionemos datos que nos hacen identificables y, por lo tanto, vulnerables si las aplicaciones que utilizamos no efectúan un resguardo y protección de nuestra información adecuado y ante todo, seguro.
La Comisión Europea establece que los datos personales son cualquier información relativa a una persona física viva identificada o identificable.
Las distintas informaciones, que recopiladas pueden llevar a la identificación de una determinada persona, también constituyen datos de carácter personal.
Algunos ejemplos de estos valiosos pero no siempre protegidos –por nosotros- datos personales son: nombre, apellidos, domicilio, dirección de correo electrónico personal, dirección de correo electrónico que se conforme por el nombre.apellido@empresa.com, número de documento nacional de identidad (Credencial del INE), datos de localización como la función de datos de localización de un teléfono móvil (GPS), dirección de protocolo de Internet (IP), el identificador de una cookie, el identificador de publicidad del teléfono, los datos en poder de un hospital o médico (expediente clínico o médico) que podrían ser un símbolo que identificara de forma única a una persona (Comisión Europea).
Otros que vemos muy natural compartir, sobre todo cuando configuramos los teléfonos móviles, son los biométricos, que refieren a características físicas y fisiológicas como la huella dactilar o digital, el rostro (reconocimiento facial), la retina, el iris, la geometría de la mano o de los dedos, la estructura de las venas de la mano, la forma de las orejas, la piel o textura de la superficie dérmica, la voz, entre otros.
Estos últimos también son requeridos por algunas instituciones como el SAT, los bancos y lo más reciente que he experimentado fue en un laboratorio de análisis clínicos, la explicación que me dieron fue que se trata de una medida de seguridad para que solamente los propietarios de los resultados de los estudios, puedan tener acceso a los mismos; sin embargo, estos resultados también se pueden enviar a través de WhatsApp o correo electrónico, desde luego, me dijeron que podía consultar el aviso de privacidad (al menos).
Como es posible notar, estamos inmersos en un sinnúmero de trámites que implican el que nosotros proporcionemos nuestros datos personales como requisito para su realización, incluso, para acceder a alguna plataforma o utilizar una aplicación. ¿Alguna vez te has preguntado si tus datos están seguros?
¿Has leído los avisos de privacidad, términos de uso y políticas de tratamiento de datos personales que se encuentran incluidas en las diversas aplicaciones que, con uno o dos clics, descargas de la tienda de apps? ¿Sabes lo que puedes hacer en caso de que se haga un uso ilegal o inadecuado de tus datos personales?
Cuando formulo estas preguntas a mis estudiantes, su respuesta es: no. Simplemente oprimen el botón de “aceptar” “aceptar” y “aceptar” porque la inmediatez con la que vivimos, les presiona para no detenerse a leer lo que consideran aburrido o peor aún, pérdida de tiempo, les urge poder comenzar a utilizar la aplicación y esa es su prioridad. Lo demás, ya se resolverá después.
Ésta es solo una muestra de que el avance tecnológico no va a la par de la importancia que los usuarios de la web y de diversos servicios digitales, le confieren a sus datos y consecuentemente, en casos significativos, desconocen los derechos que tienen asociados a estos como son: el acceso, la rectificación, la cancelación, la oposición y la portabilidad.
Por fortuna, la creación de instrumentos legales y organismos que protegen nuestro derecho a la privacidad han dado pasos importantes tanto a nivel internacional como nacional y local, de tal manera que tanto las instituciones públicas como las empresas privadas (particulares), tienen la obligación de sujetarse a un tratamiento legítimo, controlado e informado con el objetivo de garantizar la privacidad y el derecho a la autodeterminación informativa de las personas. ¿Conoces estas leyes y organismos?
Continuará…