ZACATECAS. En un reto para los conductores se ha convertido viajar por las carreteras federales 49 y 54, que están en pésimas condiciones. Choferes coinciden en que el problema ya se trata de un asunto de seguridad, pues la probabilidad de sufrir un accidente es alta.
En la 54, con destino a Saltillo, Coahuila, el trayecto está plagado de baches desde un par de kilómetros antes de llegar al entronque a Villa de Cos y hasta Concepción del Oro. Hay hoyos que rebasan el medio metro, otros ocupan todo un carril o incluso invaden ambos, con profundidades de hasta ocho centímetros.
Lo mismo rumbo a Río Grande, la 49, donde la vía está destrozada en los dos sentidos de la circulación. Para poder transitar, los viajeros deben reducir la velocidad de sus vehículos a no más de 15 o 20 kilómetros y sortear boquete tras boquete, pero aún con estas precauciones los accidentes son el pan de cada día.
Un martirio
En la federal 54 los problemas comienzan antes de la Unidad Regional de Seguridad (Unirse). Desde ese punto, los baches –todavía no tan profundos ni tan anchos– son un aviso de lo que vendrá unos kilómetros más adelante.
En el paradero y gasolinera en el entronque de Villa de Cos, camioneros y otros conductores coincidieron en el peligro que representa viajar hacia Saltillo, al menos hasta Concepción del Oro. “La carretera está horrible”, afirmó Roberto, chofer de un tráiler de productos químicos.
Expuso que traileros y transportistas optan por bajarse a la terracería y realizar la mayor parte de su viaje por estas “laterales”, pues lo consideran más seguro que estar sobre la cinta asfáltica.
Abundó en que el problema no es el retraso que sufren quienes viajan hacia el norte por este camino, “sino el riesgo que representa, está muy dañada la carretera y parece que a nadie le importa”.
Este punto “ya tiene mucho tiempo así, porque es la carretera vieja y nunca la repararon”, recalcó Ernesto, quien viajaba en una camioneta pick up cargada de material de construcción. Explicó que esta es la vía antigua porque los dos carriles hacia el norte fueron usados antes de la construcción de los cuatro actuales y “la que viene de Saltillo es la nueva”.
A no más de 5 kilómetros de la gasolinera los baches aumentan, abarcan un carril por completo y, en muchos puntos, un mismo hoyo se extiende hasta los dos carriles. Camiones de pasajeros, transportes de carga y autos en general zigzaguean para evadirlos, generalmente con poco éxito.
Florentino, propietario de la única vulcanizadora que hay en el kilómetro 112 y alrededores, aseguró que todos los días ocurren percances como ponchaduras y salidas del camino, que advirtió que “afortunadamente no son tan graves” como otros de los que ha sido testigo.
“Una tarde, por esquivar un hoyo, un carro chiquito se le metió a un tráiler; el chofer del tráiler, por no llevárselo, dio un volantazo y el segundo remolque se le volteó”, relató Floretino mientras señalaba los desperfectos de la carretera.
Otro accidente ocurrió a unos kilómetros de su negocio: “un señor que todos los días viene y va a Concha [del Oro] se ponchó en la mañana porque no vio otro hoyo nuevo y, varios días después, me habló en la noche porque se volvió a quedar tirado por tanto bache”.
A la altura del kilómetro 114, quienes transitan por el lugar taparon algunos baches con tierra ante la indiferencia de las autoridades federales para reparar esta carretera, que poco a poco se cae a pedazos.
Esta es la condición en la que se encuentran los 196 kilómetros desde Villa de Cos hasta Concepción del Oro. En contraste, el tramo desde este último municipio zacatecano hasta Saltillo “ya está bien, casi como recién hecho”, aseguró Roberto, quien transita varias veces al mes por la ruta.
Más problemas
Igual de grave es el problema en la carretera 49, que conduce hasta Torreón, Coahuila. Desde el tramo que inicia en el entronque de Miguel Auza hasta Servicio La Palma, en Fresnillo, las condiciones de la carretera son deplorables en sus dos sentidos.
En un trayecto que requiere al menos de una hora y media, 132 kilómetros están cubiertos de baches tan grandes como los hallados en la federal 54.
Aquí es común encontrar vehículos con una llanta ponchada a la orilla del camino. De acuerdo con testimonios, pueden ser hasta 10 o 12 carros al día que quedan averiados a consecuencia de las pésimas condiciones de la vialidad.
Además, los afectados se ven obligados a abandonar la cinta asfáltica porque no cuentan con acotamiento para realizar el cambio de neumáticos.
Choferes viajan por esta vía con la vista clavada en el pavimento, pues en varios puntos, tanto de ida como de vuelta, los baches son imperceptibles y, de manera brusca, se debe virar el volante para evitar algún accidente mayor.
César, quien frecuentemente transita por esta ruta, recordó que en las cercanías de Rancho Grande cayó en uno de los hoyos de la carretera: “se me fregaron el eje y la suspensión, ahora, en lo que junto para arreglar el carro, tengo que ir muy despacio a todos lados”. En esas condiciones, le toma hasta tres horas llegar de Río Grande a Fresnillo.
Historias similares se repiten entre los viajeros recurrentes de estas rutas zacatecanas, donde se reprocha el olvido de las autoridades, pues a la fecha no ven esperanza que llegue desde la Federación para que reparen las carreteras 49 y 54.