AGUASCALIENTES. Pasaron muchas tardes donde algo no llegaba. La búsqueda constante de remontar, de remar contracorriente, de tener todo en contra. Tiempo al tiempo, una frase que cabe perfectamente en la historia que hoy escribió Octavio García El Payo en la Monumental Aguascalientes.
El torero queretano se reencontró, y formó un idilio ante el ejemplar más potable del encierro de Bernaldo de Quirós. Una faena en plenitud, de letras mayúsculas porque la clase reinó. Que el reencuentro perdure.
Quien también tuvo una faena importante fue Alejandro Talavante, con mucho empaque toreó al cuarto de la tarde, un astado que aunque acusó, como el resto, la poca fuerza, sí tuvo la calidad. Faena bajo el sello de Talavante, con esa inventiva, de lo que no está escrito, pero termina en un buen desenlace.
Quien pechó con un lote imposible fue Leo Valadez, se esforzó en demasía, siempre variado con el capote, con esa chispa de ir a más, por él, no quedó.
LAS BUENAS LETRAS
Abrió plaza Profeta de 542 kilos, del hierro de Bernaldo de Quirós, que blandeó de salida, perdió las manos en el encuentro con el caballo, lo que provocó el descontento de la afición. La condición del toro no cambió, en la faena de muleta, la fórmula fue llevarlo a media altura.
Talavante buscó no forzarlo, ni bajarle la muleta, pues al hacerlo el ejemplar acusaba la falta de fuerza. Tuvo la voluntad de embestir el toro, sí, pero mantenerse en pie costaba mucho. Pasaportó al primer viaje y fue aplaudido. El astado, pitado en el arrastre.
Nativo de 561 kilos, el cuarto de la tarde, al que Alejandro Talavante saludó con farol de pie. Brindó su faena de muleta al respetable hidrocálido para ponerse de rodillas, un derechazo, un cambiado por la espalda y ya de pie el remate con la trincherilla.
Lo que siguió fue el temple y mando en una faena donde Talavante se prodigó en muletazos con empaque y hondura.
Si el astado hubiera tenido más fuerza y transmisión, se hablaría de otra cosa, pero la clase del de Bernaldo de Quirós, se conjugó con esa pureza que posee Talavante, que por el derecho se rompió. Aquí no había prisa alguna, porque lo bien hecho se piensa y se siente, y entonces así tuvo un buen compás.
Los finales con muletazos a pies juntos, y las vitolinas para culminar su inspirada faena. Estocada certera para cortar una oreja.
LA CLASE, INFINITA
Cumplido de 534 kilos, segundo de la tarde con el que Octavio García El Payo firmó un buen saludo con el capote, armoniosas verónicas. Caminó con el toro con mucha templanza para sacarlo del terreno de tablas, y así marcó el inicio de faena.
Un ejemplar muy distraído, sin fuerza, al que el queretano probó por el izquierdo, consiguiendo una serie con clase, con muletazos más reunidos, y con mayor suavidad, vaciando la serie con el de pecho. Un viento en contra se agregó a las complejidades del toro, un soso que no dejaba de perder las manos al bajar la muleta.
No quedó en el esfuerzo de El Payo, que tuvo los recursos y la capacidad. La serie final tuvo ese buen gusto al agotar las posibilidades, pero sin esos arrebatos, por el contrario, haciendo lo correcto. Mal con la espada, se retiró entre palmas.
Marinero de 512 kilos, quinto de la tarde, al que Octavio García le cuajó una gran faena. Pulso y temple en series con hondura e infinitas por el pitón derecho, asentando, trazo largo, profundidad, acompañó cada muletazo con la cintura, completamente roto.
El tiempo perfecto llegó para que la expresión y naturalidad surgieran, la clase que posee el queretano bajo las pinceladas artísticas. Una obra que fue mayor, la rúbrica no pudo ser más que una gran estocada para tener al público de pie, y ser premiado con dos orejas.
TESÓN Y ESFUERZO DE LEO VALADEZ
Coquetón de 518 kilos, el tercer novillo con el que Leo Valadez puso las emociones con un buen saludo con el capote. Vistosidad en el quite por faroles, caleserinas y gaoneras de Leo Valadez que apostó también en el Segundo Tercio luciendo con las banderillas.
Un brindis sentido, de gratitud, y de reconocimiento de Leo a Elias Esparza La Changuita, aquel que lo guió de niño. Otro toro con poca fuerza que no tardó en perder las manos, mucha claridad en el planteamiento tuvo Valadez que lo llevó con una suavidad perene.
Terminó por poner el ritmo con muletazos muy templados, pero sin series ligadas porque el astado no lo permitía. En tablas, la cabeza fría, pensante y resolviendo, muletazos de uno en uno, sobrado de recursos.
Valadez falló con la espada y se retiró entre palmas. Guantero de 547 kilos, sexto de la tarde, no se movió, agarrado al piso, lo intentó Leo robando los muletazos, el público lo premió con las palmas.
Ficha
Decimocuarta corrida del Serial Taurino de la Feria Nacional de San Marcos 2024.
Tarde cálida, cerca de tres cuartos de entrada.
Se lidiaron toros de Bernaldo de Quirós, de juego variado, destacando el quinto, de arrastre lento.
Alejandro Talavante, palmas y oreja.
Octavio García El Payo, palmas y dos orejas.
Leo Valadez, palmas en su lote.