La colección del Dr. Mertens
Los aniversarios son el pretexto perfecto para rememorar los orígenes y el camino andado. A principios de mes, el museo Zacatecano cumplió 29 años y aunque su fundación se remite a 1995, una de sus colecciones más famosas y por la que es ampliamente reconocido -la de arte wixárika-, data de un proceso más largo que se inscribe dentro del “redescubrimiento” de esta cultura.
Si usted visita la sala que alberga esta colección, las cédulas le informarán que todo el conjunto de bordados proviene del acervo del médico belga Enrique F. Mertens.
De éste último se puede encontrar muy poca información; de los datos recopilados por algunos investigadores, se sabe que el extranjero habitaba en las cercanías de la mina de Bolaños, en Jalisco, y que brindaba sus servicios médicos a los wixárikari a cambio de sus bordados, para los cuales él mismo proporcionaba el material.
Podemos imaginar que con el tiempo se hizo de un importante acervo que documentaba lo que para entonces -es decir las décadas de los 20 y los 30 del siglo pasado-, se distinguía como una artesanía exótica, en una época en la que a pesar de que ya se habían realizado algunas investigaciones etnográficas como la del noruego Carl Lumholtz, la población indígena se seguía viendo como un sector que era necesario integrar a la sociedad nacional posrevolucionaria, para eliminar o cambiar esos aspectos que se consideraban arcaicos o atrasados en la narrativa oficialista del progreso y la modernización de una nación mestiza.
Aún con este discurso se reconoció que gran parte de sus creaciones artísticas eran de gran valía, por ello y con el ojo puesto en la venta de aquello que desde su cosmogonía se producía, comenzó a hacerse eco el término “arte popular”, una denominación que, no obstante el reconocimiento de su valor, seguía marcando una distancia entre lo que se consideraba arte sin más y esa versión que calificaban como “menor”.
Fue así como también surgieron las primeras propuestas para crear museos regionales que mostraran lo propio de cada cultura de los pueblos originarios, sirviendo también de información para que los turistas encontraran la especificidad de cada región.
En los años 40 y con este contexto en mente, intelectuales zacatecanos instaron al gobierno del estado para adquirir la colección del Dr. Mertens, en un hecho que se consagró en los periódicos de la época.
El 4 de julio de 1942, el periódico Actual (no. 94), señalaba que “el Ejecutivo del estado acaba de adquirir en la región de Bolaños, Jal., la más valiosa colección existente en la República, de objetos huicholes [sic], formada durante 12 años por el sabio belga profesor Enrique F. Mertens, y a la que solo pueden igualar dos lotes de esta naturaleza en el mundo entero: uno el del museo de Historia Natural de New York y el del museo de Filadelfia […] en nuestra República se encuentran solo algunas piezas, en los museos Nacional y de Guadalajara.
“Pero en lo que respecta al arte decorativo y simbólico de los huicholes [sic], la colección adquirida es única en el mundo entero, lo cual dará idea de la trascendental adquisición hecha por el gobierno, en su afán de llevar hasta su más alto grado la cultura de Zacatecas”.
Fue el historiador Eugenio del Hoyo quien se encargó de recoger dicho legado en territorio jalisciense (según asegura la misma publicación). Ahí mismo se detalla el contenido de la colección: cerca de 200 piezas de manta bordada, morrales, fajas de lana, cintas tejidas, trajes completos, así como pulseras, collares y cintas, todo cubierto de chaquira multicolor.
Cabe destacar que la colección la resguardó el otrora Instituto de Ciencias, donde permaneció hasta que en 1995 se inauguró el museo Zacatecano.
Estas breves líneas sirven para recordar que las colecciones también guardan una historia tan interesante como los museos que los albergan, y este fin de semana puede ser la opción perfecta para redescubrir la del doctor Mertens.