CIUDAD DE MÉXICO. El matador Juan Pablo Sánchez llegó este domingo a la Plaza México para ratificar su gran año y confirmar que se encuentra en la cúspide de su carrera profesional.
El hidrocálido cortó una oreja, justa y merecida, pero dos hubieran significado el mayor reconocimiento, que nadie ahí la hubiera protestado.
México necesita fijar los reflectores en un torero de la talla de Juan Pablo; y no es que lo vanagloriemos de manera excesiva, pero es tan solo la recompensa a su esfuerzo. Nada en el toreo como en la vida será nunca obra de la casualidad.
EL PRESENTE DEL TOREO
Son ya 14 años de una lucha intensa, de cargar la loza de un apellido que como abrió puertas también las cerró. En su justa medida, fue así. Nunca cesó en una lucha que más que pública fue interna, por demostrarse todo su valor.
El pasar del tiempo ha puesto todo en su sitio y nos ha regalado la plena madurez de un matador que hoy mostró su más exquisito toreo. Sentir y hacer sentir, ahí radica la diferencia.
Su faena tuvo diversos matices, pero la firma fue la autenticidad. Al no buscar hacer alarde de lo que no se es, por el contrario, le fue fiel siempre.
Juan Pablo Sánchez encontró un astado con un buen fondo de la ganadería de Montecristo al que toreó despacio y a compás, y eso vale todo: una oreja, sí, importante para la estadística, pero él debe trascender. Que México se de cuenta que Juan Pablo es presente.
TARDE DIFÍCIL
Quien dejó detalles de mucha calidad en la tarde de su confirmación fue Juan Ortega, ante un toro de la ganadería de Montecristo que se lo permitió; su segundo, no dio opción, y la afición fue sumamente paciente con él. Una historia ya contada.
Diego Silveti no pudo remontar. Le tocó un lote muy complicado con el que pese a dar el mayor de los esfuerzos nada se pudo hacer.
SÁNCHEZ, EL TEMPLE INFINITO
Juan Pablo Sánchez y un buen saludo capotero a Merengue, de 492 kilos, del hierro de Pozo Hondo. Brindó su faena a la afición capitalina y apenas en los primeros compases el toro perdió las manos, acusando su clara debilidad.
Al animal le costaba muchísimo, y ante eso, lo mejor que pudo hacer el de Aguascalientes fue abreviar, pasaportando al primer viaje. Sánchez escuchó palmas, mientras que el astado fue pitado en el arrastre.
El cuarto de la tarde fue del hierro de Montecristo, llevó por nombre Colorín Colorado y correspondió a Juan Pablo Sánchez, que con mucho empaque se recreó por verónicas.
Muy largos fueron los primeros muletazos hasta encontrar el punto de partida: despacio y sin prisas el toreo del hidrocálido cuajó una serie portentosa y consiguió dos más en el sentido de un toreo profundo.
El cambio de mano fue en cámara lenta y era apenas el prólogo de lo que escribiría después. Se fundió en dos series donde la muleta tenía principio sin llegar a concebirse el fin.
Por el izquierdo la hondura y una clase que no se compara. La estocada en buen sitio para cortar una oreja.
CUESTA ARRIBA PARA SILVETI
El tercero de la tarde dio un salto al callejón, pero ya desde salida había sido protestado, y sin mayor razón alguna fue devuelto a los corrales.
Sustituyó entonces al de Montecristo el primer reserva, que fue de la ganadería de Pozo Hondo, al que Diego Silveti toreó con cadencia con el capote por verónicas.
A su público y en una plaza que le ha dado tanto, así fue el brindis de Silveti antes del comienzo de su faena.
Nada pudo hacer el guanajuatense ante la dureza de un ejemplar imposible, cazando siempre, buscando en todo momento al torero y con ese peligro latente.
Silveti lo intentó y buscó los muletazos, pero el lucimiento fue carente, pues ante un astado así, el mayor de los esfuerzos nunca será suficiente. Silencio y pitos al animal en el arrastre.
A Silveti le protestaron, y con fuerza. La presencia de su segundo, el de Yerbaniz, de la ganadería de Pozo Hondo, uno muy justo de presencia que pese al esfuerzo hecho por el guanajuatense de convencer al público, no se pudo tener un buen desenlace, pues no dio opciones.
La gente, en tanto, de manera un tanto injusta, incriminó al torero, que lo único que hizo fue buscar la cuadratura de un círculo imposible.
Fotos: Manolo Briones.