CIUDAD DE MÉXICO. En los toros como en la vida, nunca nada será obra de la casualidad. Seguramente estaba escrito lo que este domingo pasaría con el matador Fermín Rivera, quien tuvo el más grato de los reencuentros con una afición capitalina que le vio dimensionar su lidia con grandeza.
Aunque se diga que los trofeos son efímeros, Rivera habría salido a hombros de no ser por un criterio que tomó la autoridad, que fue el impedimento para ello.
Rivera aquilató la faena ante un buen astado de De la Mora, y en su segundo estuvo muy cerca también de cortar una oreja. Quizá esa salida a hombros que hoy no llegó seguirá siendo una asignatura pendiente.
En un nivel con gran altura estuvo también Alejandro Talavante, siendo punto y aparte. Dimensionó el temple excepcional que posee junto con esa inventiva.
Importante fue su faena con el segundo de la tarde, otro ejemplar que apuntó buenas cosas; sin embargo, también se le negó una sincera oreja, quedando en vuelta al ruedo.
En cambio, Leo Valadez costeó un lote de muy pocas opciones. Lo intentó ante su primero, apostó con el capote, banderillas y dejó buenos pasajes en la muleta, pero su segundo fue imposible.
GRAN COMIENZO CON FERMÍN
El abre plaza fue Canta Recio, de 532 kilos, de La Mora, para Fermín Rivera, quien tuvo un comienzo de faena importante con muletazos por lo bajo, doblándose con el animal, para después buscar el ritmo en series con trazos muy templados.
Qué suave fueron sus muletazos ligados por el derecho. Toro fijo y con calidad al que no había que obligarle, además pausó entre serie y serie. En la segunda, Fermín fue prendido al cambiar de mano, pero sin consecuencia.
Tomó el engaño y se puso de nueva cuenta en la cara del astado, soberbio el temple de Rivera que rompió en su faena con una serie portentosa de clase y calidad.
El ejemplar tuvo esa nobleza y transmisión que le faltaban a la tarde, mientras que la pureza de Rivera se plasmó en cada muletazo. Con buen ritmo caminó la faena, tuvo series muy bien llevadas, alargando el trazo por el derecho, cuando lo intentó por el izquierdo también dejó buenos naturales.
De este modo, el matador concluyó su gran obra en la Plaza México. Estocada con fuerte petición, cortando una oreja, y con petición de la segunda. El toro de De La Mora fue aplaudido en el arrastre.
Tronío tenía por nombre el cuarto de la tarde, que desde su salida manseó y buscó las tablas; no obstante, Fermín Rivera bregó con mucha torería y poder.
El matador entendió mucho las condiciones del astado de De la Mora, por ello extrajo con valía las primeras series por el derecho. Al toro le faltó transmisión y recorrido, de ahí el mérito del diestro de hacer tanto con tan poco.
Y una vez más su faena tuvo esa conexión con el público, justificando la paciencia que le tuvieron. Lo demás no fue más que la virtud de Rivera, quien concluyó su faena por el derecho, pero esta vez la espada no fue su aliada. Saludó con fuerza en el tercio.
TALAVANTE, FAENA DE ESTRUENDO
Alejandro Talavante dio una vuelta al ruedo tras su primer toro, un astado premiado con palmas por sus condiciones y fondo de bravura, al que el matador supo ejecutarle una faena de estruendo.
A su más puro estilo, Talavante logró entender las condiciones del ejemplar para cerrar una faena con muleta de verdadera lidia, ligado y con hondura.
Tuvo conexión en los tendidos, temple y naturales, además de derechazos de mucha calidad, ello lo llevó a transmitir el sentimiento puro a la afición capitalina.
Alejandro pasaportó de pinchazo y estocada. Aunque hubo petición mayoritaria, no se concedió y dio una vuelta al ruedo.
Ante el quinto del festejo, Arrebato, Alejandro Talavante recogió las palmas y lució en la ejecución de dos buenos faroles.
El extremeño se inició doblándose y extrajo muletazos de gran valor por el izquierdo ante un toro que no ofreció nada. A pesar de ello falló con el acero y solo fue aplaudido.
NOBLE INTENTO DE VALADEZ
El tercero de la tarde, Combativo, de 548 kilos, fue para la convicción de Leo Valadez, quien tuvo vistosidad en el quite. Cubrió el Segundo Tercio, donde fue ovacionado.
Le robó el de Aguascalientes los muletazos, estuvo muy firme y por el izquierdo terminó por romper en una sólida serie; sin embargo, falló con la espada y se retiró entre palmas.
El cierra plaza, Jurista, se agarró al piso. Aún así Valadez lo buscó desde la salida, destacando con el quite por chicuelinas.
Con la muleta intentó todo, con base al valor y la determinación que le caracterizan, pero el de De la Mora regateaba las embestidas y hacía imposible el lucimiento.
Leo estuvo muy por encima, en una actuación plagada de sinceridad y honradez. Pero ante un ejemplar así, todo lo que hagas no será suficiente.
Leo Valadez estuvo pesado con el acero y se retiró escuchando un aviso, además de la división del respetable.