Educación en el caos, el magisterio y la catástrofe silenciosa
La educación pública en Zacatecas en su conducción se ha desplazado en los últimos tiempos por las vías del caos, la improvisación y la ineficacia.
Ahora se le agrega un nuevo ingrediente negativo: la radical confrontación con los maestros, quienes forman el único pilar rescatable para hacer realidad la calidad y excelencia de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Este escenario anclado en el caos y el desorden, lo único que ha hecho es no solo propiciar estancamiento sino peor aun el retroceso de los indicadores de aprovechamiento del sistema educativo zacatecano. Y eso, como una catástrofe silenciosa, habrá de traer consecuencias funestas para el desarrollo de nuestro estado y de las nuevas generaciones.
Hasta antes de 2021, la educación en Zacatecas se ubicaba en la posición 23 del ranking nacional de eficiencia escolar. En el presente, se desplomó al 24 y/o 25 lugar, según los indicadores aportados por la propia SEP, con datos actualizados a finales de 2024.
Esto no tendría importancia, sino es porque impactará en una formación escolar débil de niños, adolescentes y jóvenes, los que serán lanzados a futuro al mundo laboral sin las herramientas para competir con eficacia.
Es decir, estamos asistiendo, a la configuración de una generación perdida, por la irresponsabilidad, la improvisación y la insensibilidad oficial.
Ahora, chocar y confrontarse injustificadamente, bajo la perspectiva de argumentos falaces, con el gremio de los trabajadores de la educación, es la peor y más desatinada de las iniciativas gubernamentales, de la que se tenga memoria. Las repercusiones serán catastróficas.
En el mundo desarrollado se reconoce que el trabajo del magisterio es esencial para concretar en los hechos la excelencia educativa y se le trata con dignidad. Aquí vamos a contrapelo de esos principios y se les maltrata, denigra y, por si fuera poco, se les retiene el pago de sus salarios, mismo que debe ser sagrado.
Tal vez por este motivo está plenamente justificada la acción de protesta que, en defensa de la dignidad, han emprendido los maestros de Zacatecas. Hacía más de cuatro décadas que no se daba un fenómeno de tal magnitud.
Hace exactamente 45 años que el magisterio federalizado tomó por asalto calles, callejones, plazas públicas y recintos oficiales de la capital del estado (donde pernoctaron por días), en protesta por el trato insolente, represivo y arbitrario que otorgaba un grupo de servidores públicos federales de mentalidad “pequeña”.
La manifestación permaneció hasta que triunfaron en su lucha, la que llegó al extremo del cese fulminante de esos “malos” funcionarios.
El ciclo de la historia se repite, y por lo que se observa somos testigos en la actualidad, de La Toma de Zacatecas por el magisterio afiliado a las Secciones 34 y 58 del SNTE, así como por los agremiados al Sindicato Independiente de Trabajadores de Telesecundarias. Es ésta una movilización inédita en la lucha sindical.
La manifestación legítima del magisterio en defensa de la dignidad y el respeto, con el que se debe tratar a los maestros, ojalá marque un referente para colocar a la educación como una prioridad de las políticas públicas para el desarrollo y no como negocio de sectas y mafias.
Se ha pretextado, por otra parte, que la falta de recursos económicos, ha sido el factor para no atender las demandas del magisterio. ¿Es cierta esa justificación? Veamos los números.
De 2022 a la fecha se autorizaron a la educación más de 56 mil millones de pesos, si sumamos las partidas etiquetadas al sector en estos años, en los correspondientes presupuestos de egresos para Zacatecas.
Tal solo para el ejercicio fiscal 2025, en su presupuesto de egresos a Zacatecas se autorizaron a educación 16 mil millones de pesos, que representan 40 por ciento del total del gasto para la entidad.
Lo que es evidente, es que los recursos destinados al sector educativo del estado requieren ser utilizados con más eficiencia, transparencia y calidad.
Educación al centro
Estos serán momentos clave para el magisterio y para la educación. A ambos se debe colocar al centro de las políticas públicas. Hay que rechazar la denigración en su trato.