El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza cortó dos orejas y salió a hombros este domingo en la plaza La Taurina, de Huamantla, Tlaxcala, donde se registró un lleno hasta la bandera, en una tarde más que marcó la gira de despedida de la leyenda del rejoneo.
Pablo firmó lo mejor con el primero de Marrón, al que desorejó, con una faena plagada de maestría. Su segundo no caminó de la misma manera, dando una vuelta al ruedo.
Por su parte, Uriel Moreno El Zapata también firmó otra tarde relevante al cortar una oreja, mientras que Sergio Flores tuvo el poder en su lote: se llevó una oreja y recibió una cornada tras ejecutar la suerte suprema con el que cerró plaza.
LA MAESTRÍA DE PABLO HERMOSO
Pulquero, de 490 kilos, de Marrón, fue el abre plaza para Pablo Hermoso, quien lo paró con gran maestría, pues demostró desde un inicio su temple y mando.
Desde el recibo, el rejoneador fue templado, acariciando para amoldar y mejorar la entrega del astado.
Y después, en banderillas, desplegó un manual moderno de lidia a caballo a partir de dos máximas: el temple, que es hacer el toreo muy despacio, y el ajuste milimétrico en los embroques, para llenarlos de pureza y ejecutar las suertes en lo más alto de su dimensión.
Lo primero lo derramó en el toreo de costado, pulseando y reteniendo en su mando el son tan uniforme del ejemplar de Marrón. Hubo pura hilazón entre ambos.
La segunda parte, la desplegó en los quiebros tan absolutamente precisos y al borde del precipicio, en su manera de quedarse en la cara del animal, de torear en círculo con la cabeza del caballo metida entre los pitones, ofreciendo los pechos.
Pablo Hermoso se adueñó por entero de la voluntad del toro. Tras las cortas y las rosas, cobró un rejón final a la altura de todo el conjunto para obtener dos orejas.
Textilero, de 586 kilos, de Marrón, fue el segundo del lote del rejoneador, de muy diferente comportamiento al que abrió plaza y con menor transmisión.
A Pablo Hermoso no le quedó más que darle todas las vueltas que fueran necesarias para cuajarlo. Aunque tampoco fuera del todo bueno, y no lo fue.
El astado fue de escaso celo también, así que el rejoneador tiró del inmenso fondo de su oficio ya de salida para llegarle a centímetros con precisión, encelándolo y metiéndolo en el canasto de su mando. Y como era noble el ejemplar, éste fue metiéndose.
El rejoneador fue el dueño de todos los precipicios imaginables y fue ahí donde terminó de inclinar la balanza a su favor.
Así como se sumergía hasta el fondo de esos embroques ajustados al milímetro, también se quedaba luego en ellos, sin prisa alguna.
En el último tercio, Pablo Hermoso se metió de nuevo al toro bajo el estribo para clavar las cortas, prólogo de un rejón final que, una vez más, ponía en sus manos lo que es suyo: la entrega del público.
LA DETERMINACIÓN DE EL ZAPATA
Cedillo, 530 kilos, de San Isidro, fue el segundo de la tarde, ejemplar de gran brío y alegre salida al que Uriel Moreno El Zapata recibió con largas cambiadas de rodillas.
El astado no apretó en la Suerte de Varas, se pensó que no había que obligarle mucho en el Segundo Tercio, pero para El Zapata el compromiso con el público antecede a todo.
Por ello, el torero no dudó un momento en tomar las banderillas, siempre solvente y con esa innata facilidad con la que adornarse en plenitud de facultades se vuelve tan fácil.
Uriel es muestra de la perfecta condición física y de una espectacularidad tangible que provoca emoción. El tlaxcalteca brindó una esperanzadora faena al público, que respondió de gran manera: inició con un cambiado por la espalda, después con trazos por alto.
No quedaban por debajo las ganas de Uriel Moreno por convencer ni del astado por embestir, con ese fondo de nobleza que dio paso a dos series por el derecho de buena manufactura.
El astado humillaba y también tuvo franqueza por el izquierdo, una lástima esa contada transmisión que no dio paso a que tomara otro rumbo la faena. Tuvieron los naturales buenas notas, y por ello se quedó en ese pitón, haciendo que la faena caminara con el viento a favor a pesar de las embestidas fueran a cuenta gotas.
El Zapata se hizo del ejemplar, y eso tuvo todo el mérito. Al final la rúbrica fue una buena estocada. Oreja para el torero.
Santos, de 502 kilos, quinto toro de la tarde, del hierro de San Isidro, con el que Uriel Moreno apostó nuevamente con las banderillas y dejó tres buenos pares.
En la cercanía de las tablas, con el mínimo de los espacios, el tlaxcalteca firmó un cambiado por la espalda, antesala a una esforzada labor en la que se estrelló con las malas condiciones de un astado con poca fuerza, deslucido y con apenas transmisión. Todo lo que no necesita un torero que busca el triunfo.
Había que torear muy despacio, y así lo hizo El Zapata, quien si bien lo buscó por ambos pitones, consiguió lo más destacado por el derecho, con el engaño a media altura. Pasaportó de buena estocada pero no hubo fuerte petición. Quedó su actuación en palmas.
EL PODERÍO DE SERGIO FLORES
El tercero de la tarde, Chavita, de 488 kilos, de San Isidro, fue para el tlaxcalteca Sergio Flores. Poco tuvo el astado que desde la salida apuntó poca transmisión, que permitió al torero apenas un esbozo en el saludo capotero.
En los primeros muletazos de la faena, el toro perdió las patas, tuvo poca transmisión y fuerza con embestidas deslucidas y descompuestas. Rebrincó con la cabeza siempre arriba.
Sergio Flores lo buscó con firmeza por el derecho y logró muletazos con poder, pero ante las condiciones del ejemplar fue imposible ir a más.
No obstante, sereno y con pausa, buscando el ritmo, se mantuvo el tlaxcalteca, quien también lo llevó por el izquierdo, con muletazos de uno en uno, que al final tuvieron tesón y mando.
Midió la distancia y los terrenos, y a base de la buena técnica, Flores terminó por romper en su faena que fue apreciada por el público.
Los adornos finales, con cambios de mano, fueron portentosos y el toreo redondo en una faena de auténtica solvencia. El torero se llevó todo el mérito. Estocada muy trasera pero de efectos fulminantes, por lo que cortó una oreja
Con el cierra plaza, Flores estuvo muy dispuesto, con deseo y determinación. Una actuación tesonera en la que estuvo por encima del ejemplar de San Isidro.
Se volcó con entrega el tlaxcalteca sacando los muletazos con valor y determinación. Fue prendido tras la estocada, llevándose una cornada en el muslo. Fue atendido en el Hospital Ángeles de Puebla.
Flores tuvo mayoritaria petición de oreja que el juez de plaza decidió, bajo su propio y equívoco criterio, no conceder.
FOTOS: MANOLO BRIONES