Violentango
No existe nada más liberador, para la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que leer los diarios y enterarse que cientos de gentiles damitas marcharon en el mundo para recordar la lucha de las mujeres en contra del patriarcado burgués (supongo) y todo aquello que signifique la cosificación de la mujer en el planeta.
En el rancho, las mujeres marcharon, y aquí en el ranchito, también, al ritmo de vidrios rotos, pintas, consignas ultra feministas y anticapitalistas (creo) y contra la derecha conservadora que lucha contra el aborto (me imagino).
Total, que al igual que otros años, las gentiles mujeres nos dieron a conocer su programa de lucha (como debe de ser, creo) en contra de todo lo que huela a hombre; porque si hay algo que el mundo no debiera soportar es la presencia de sujetos que tratan a la mujer como el peor de los objetos.
El mundo sin hombres sería, a decir de algunas mujeres, el paraíso. Pero como el altísimo no cumple caprichos ni endereza jorobados (decía mi abuela porfirista), pues aquí seguimos los batos luchando por existir a pesar de las consignas de las adorables damitas.
Sin embargo, algunos tipos deben de estar echando sapos y culebras cuando se vieron en las redes sociales colgados de los famosos tendederos, que no son sino publicaciones donde se da a conocer a distinguidas personalidades que no fueron bien educadas en sus casas.
Así, vimos presuntos violadores, pedófilos, acosadores, golpeadores, deudores alimentarios y toda una gama de auténticas fichitas que se la pasan o han pasado agandallando a las mujeres. Y hemos de decir que si alguno de estos tipejos en verdad ha cometido el 10 por ciento de lo que se dice, merecen cadena perpetua, más 50 años de prisión viendo los programas de Derbez y la Rosa de Lupita.
En fin, que pasó el Día Internacional de la Fémina y todo volvió a la normalidad: mujeres golpeadas, desaparecidas, acosadas, violadas y demás, por sujetos que cobran en gobiernos que (supuestamente) en sus principios llevan el compromiso de apoyar a las damas (sí, de la dizque izquierda chafa que pulula en varias entidades de este país), en su mayoría, así como el lumpen que no sabe de género ni nada por el estilo. ¡Pobres de las mujeres, tan lejos de dios y tan cerca de la izquierda pueblerina!
Pero no debemos de echar en saco roto esta situación, estimados amigos, porque el acoso hacia las mujeres es un asunto grave que acontece todos los días en las oficinas de gobierno y en las aulas de la Universidad (ahora no, por la huelga). Es terrible decirlo, pero así es. Es mayor el número de compañeras universitarias que han sido violentadas, que el número de denuncias que se presentan.
Y lo más gacho de todo, es que uno se entera mucho tiempo después de actos denigrantes por parte de directivos universitarios, que abusaron de compañeras en las mismas oficinas de las Unidades Académicas. ¡Pinches gandallas!
Pero bueno, ya no quiero acordarme porque voy a comenzar a decir malas palabras. En calidad de mientras es necesario implementar protocolos más cabrones en donde se proteja a las víctimas y no a los victimarios (que ya sabemos quiénes son). Cuando uno pregunta a las compañeras: ¿Por qué no ha presentado su denuncia? La respuesta es la misma: “Pues porque las autoridades protegen a los maestros; y además te exponen a careos en donde los cabrones no hacen sino burlarse de ti y poner cara de yo no fui”. No amigos, así nomás no. Lo que se debe de hacer con urgencia es proteger a la víctima y no andar defendiendo a cabrones mosquitas muertas que se la pasan comentando estupideces de naturaleza sexual. ¿De verdad quieren proteger a las mujeres? ¡Pues en chinga a poner el ejemplo! ¡Cero impunidad a los acosadores enfermos sexuales!