Signos de la inseguridad y del desconocimiento
En Zacatecas se dan dos tipos de desplazamientos forzados: el que desencadena la delincuencia organizada y el que han producido las grandes empresas mineras. Las dos están marcadas por la crueldad. En el primer caso, el Estado está ausente y en el segundo, el Estado es parte del problema; pero ¿qué significa esto?
El desplazamiento de una comunidad implica dejar atrás, casa, parcela, animales, vehículos, vida social, familiares sepultados, recuerdos, sueños; es decir, las personas se desprenden violentamente de todo aquello que abarca el presente y el futuro de una población que ya no podrá interactuar, y, por tanto, tampoco podrá reproducirse. Pero, además, existen un sin número de consecuencias que aquí intentaremos dibujar su paisaje.
Cuando se huye de una comunidad es porque a las personas se les ha DESPOJADO de todo. Reconózcase que el despojo por la inseguridad es privación de todo tipo de derechos; la prueba que lo confirma es que en casos extremos termina con la vida, y ésta es el derecho humano más importante.
Cuando desaparece o secuestran a un apersona ¿Qué es lo que hace la FGJE? Publica una ficha con los datos de las personas, cuenta las desapariciones y localizaciones acumuladas, pero ¿qué más hace? Ni siquiera se toman la molestia de incluir a todos aquellos que no son denunciados. Ahora agreguemos que las víctimas de la desaparición son mayoritariamente parte de los grupos socialmente marginados; lo cual nos conduce a reconocer que hasta en esto las diferencias resultan más crueles para este sector social.
Hay algunas personas que aparecen “sanos y salvos”, otros aparecen muertos, y una parte de ellos no aparecen nunca. Entiendo que quien regresa a su hogar necesita de otro tipo de apoyo, pero ¿dónde se recibe eso? Tenemos un número creciente de huérfanos, esposas, y padres que también necesitan atención; ni siquiera sabemos cuántos y quiénes son. Agrego a lo anterior: cuando el desaparecido ya no regresa también se requiere de apoyo profesional. No puedo afirmar que no se hace nada, pero observo que se hace muy, pero muy poco.
Meses atrás fuimos testigos de fotografías de niños que presenciaron las ejecuciones, de niñas barriendo las manchas de sangre o cruzando sobre ella y actualmente de niños o niñas que han sido asesinadas. No logro entender que estos menores no sean atendidos; esto nos debiera de llevar a buscar apoyo de emergencia. ¿Qué consecuencias tendrá esto en las nuevas generaciones?
Crítica y Cuestionamiento:
Un secuestro no debe ser reducido a una desaparición, hay que llamarle por su nombre: es una DESPOSESIÓN DE DERECHOS. Si se logra regresar con vida, tampoco deber llamarse “localizado o localizada”, ese lenguaje refiere a una persona que estaba perdido o perdida; pero, realmente estaba privado o privada de su libertad; es decir, no vivió como persona, sino como CUERPO SIN DERECHO; ver: Agamben, Georgio, (2005), Estado de Excepción, Adriana Hidalgo Editora, Argentina. Regresar con vida permite recuperar derechos, pero, el tiempo que se vivió sin ellos, ese es tiempo que nunca se recupera, además de las secuelas emocionales que deja en el entorno familiar.
Aún estamos lejos de reconocer que muchos de los jóvenes delincuentes, cuando niños fueron abandonados, golpeados, violados, estigmatizados y rechazados socialmente, ver: García Reyes, Karina (2021), Morir es un Alivio, Planeta, México; es decir, la sociedad los creó, como se dice en los ritos religiosos, a “imagen y semejanza suya”. Ésa es la semilla fértil que se sigue sembrando y cultivando hasta dar sus frutos. En este nivel es donde se necesitan las políticas públicas de prevención que abarcan: el hogar, la comunidad, la escuela, la iglesia, el DIF, la Legislatura, el sistema judicial, e incluso la universidad. Lo poco que se hace es reactivo; por cierto, que bueno que el Obispo de Zacatecas ha estado atento a esta problemática, aunque tampoco es suficiente.
El despojo abarca a los desplazados; pero hay que pensar en el despojo no sólo material, sino también emocional, como la tranquilidad, la salud mental y la vida en comunidad; de todo eso que le llaman “pérdida del tejido social”. En el caso de los desplazados, aquí hay que considerar asimismo a las comunidades de La Colorada en Chalchihuites y Salaverna en Mazapil que han sido forzadas a emigrar masivamente como resultado del despojo de las empresas mineras, la primera por la Minera Panamerican Silver de origen canadiense y la segunda por la minera Frisco-Tayahua, filial de Grupo Frisco de origen mexicano, propiedad de Carlos Slim. Ahora bien, estos conceptos no se han trabajado analíticamente para este tipo de problemas; pero, tenemos que hacer un esfuerzo por desembarazarnos de toda esa basura publicitaria y política que nos “venden” a fin de clarificar la terrible realidad en que vivimos.