Zacatecas.- Aún después de la muerte, las madres siguen presentes en la memoria de sus deudos, razón por la que las familias zacatecanas acuden a los panteones municipales cada 10 de mayo para visitar las tumbas de las mujeres que durante su vida dejaron una huella generacional.
Con cubeta y escoba en mano, regresan para limpiar los mausoleos o sepulturas y llenarlos de coloridas flores que adquieren a la entrada del Panteón de Herrera, donde se encuentra una gran parte de los muertos de Zacatecas.
Así se vivió este 10 de mayo en los panteones zacatecanos, donde no pudo faltar la presencia de las bandas de música, y a la par de la alegría que se lleva a las madres, se vive el duelo por su ausencia.
Éste es el caso de Aída Pérez, quien desde hace tres años acude al cementerio, para iniciar el ritual que los mismos hijos impulsaron desde tempranas horas de este jueves, con la petición expresa de llevar flores a la abuela.
“Este día es inolvidable para nosotros, independientemente de que ella no esté con nosotros, sabemos que ella, donde quiera que esté, siempre estará con nosotros. El amor de madre es como un pozo profundo; no tiene fin, aunque ya no esté con nosotros”, expresó.
El regalo para esta ocasión fueron las canciones que su hijo tocó con un violín, e incluyó Las Mañanitas, que si no fuera por la hora del día, posiblemente hubiera acaparado la presencia de varias personas.
Pero en algunos casos el duelo continúa, pues la madre es un gran apoyo en vida. “Es algo muy duro la muerte de una madre, sin ella (la vida) ya no es nada. Es muy triste que llegue el 10 de mayo y ya no esté, pero a mí no me deja de doler. Aunque ella ya no esté físicamente, pienso que sí me oye”, dijo Margarita Romero.
“Vengo a desearle feliz 10 de mayo, como siempre se lo decía yo”, añadió, mientras limpiaba la cripta donde fue enterrado el cuerpo de su madre.
Para otros, la muerte de una madre es una situación que nunca se olvida, como lo externó el adulto mayor José Luis Castañón Jiménez, quien comentó que las enseñanzas que su mamá le han servido para educar a sus hijos.
“Cuando tenía 7 años murió mi padre, y aunque sí lo quiero, fue más importante la relación con mi madre; y cada 10 de mayo, si puedo, vengo a visitarla”, comentó.
José Luis Castañón mencionó que, a pesar de la ausencia física que representa la muerte, su madre sigue en las memorias de él, sus hijos y nietos, a quienes les cuenta acerca de cómo fue ella en vida.
En esta tradición, que se hereda de padres a hijos, no podían faltar las muestras de amor por medio de la música, pues las bandas musicales acuden a cantarles a las madres fallecidas para recordar su memoria.