México.- Con motivo del 35 Aniversario del hallazgo del monolito de la diosa lunar Coyolxauhqui en el Templo Mayor, el arqueólogo Diego Jiménez Badilla abordó el descubrimiento de dos ofrendas dedicadas a la diosa Cihuacóatl-Quilaztli.
Durante la ponencia titulada “Evidencias del culto a la tierra en dos ofrendas del Templo Mayor”, realizada el sábado anterior en ese recinto, se refirió a dos ofrendas compuestas por cráneos humanos, ollas polícromas, caracoles y otros elementos representativos de los tenochcas, destacó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Jiménez Badilla, especialista del INAH, señaló que dichas oblaciones “fueron parte de un ritual en el que los tenochcas devolvían fuerzas germinativas a la tierra, en retribución de las que recibían en cada cosecha”.
Las oblaciones están constituidas por un espadarte de pez sierra, un modelo en barro de una cuna deformatoria, una elaborada con un cráneo humano, una olla, el cráneo de una joven sacrificada, varios caparazones de tortuga, caracoles, conchas madreperla, arena marina y cientos de piedras verdes.
El experto del INAH indicó que cada uno de dichos objetos, están relacionados principalmente con la germinación del maíz. “La olla efigie de cerámica presenta un collar de flores de cempasúchil amarillas, así como símbolos de nubes en color azul, y un moño y un tocado que simula tener espigas de maíz.
“Cronistas del siglo XVI como los frailes Diego Durán y Bernardino de Sahagún, mencionan en sus escritos que en ciertas ceremonias como la llamada `titl´, los mexicas vestían a una joven doncella con el atuendo de la diosa Cihuacóatl-Quilaztli, y la decapitaban con el `acipactil´ (espadarte de pez sierra), en espera de lograr la germinación de los campos”, expuso Jiménez Badilla.
En relación a las réplicas de cunas deformatorias, el arqueólogo citó al cronista Diego Durán, quien señaló que según las creencias de esta cultura, cuando la diosa consideraba que los sacrificios no eran suficientes, acudía al mercado de Tlatelolco con un infante en una cuna, misma que encargaba a alguna de las personas del lugar, si no regresaba por ella significaba más sacrificios en su honor.
Ambas ofrendas, que fueron descubiertas a finales de la década de los setenta en un piso del Templo Mayor, corresponden a la etapa de edificación de este edificio realizada entre 1469 y 1481 d.C.; en las cuales, de acuerdo con el experto, se pueden encontrar elementos con un significado muy profundo.
Para finalizar, Jiménez Badilla explicó que los caparazones de tortuga, conchas, piedras verdes y arena marina, están vinculados directamente con la fertilidad y con el propósito de recrear el ambiente del inframundo, lugar en donde vivían las deidades terrestres.
El ciclo de conferencias para conmemorar el 35 aniversario de Coyolxauhqui en el MTM continuará el próximo 23 de febrero, con la ponencia “Contextos rituales frente al Templo Mayor. Ofrendas de consagración y de clausura”, donde se hablará sobre los tratamientos realizados a cráneos y huesos durante la época prehispánica, recuperados en la Plaza Manuel Gamio en 2011 y 2012.