Tepechitlán. Víctor Martín Castro Valadez, mejor conocido como El Gorrioncillo de Tepechitlán, desde los 11 años de edad se dedica a la música.
Inició a los 7 años a crear sonidos musicales con las partes de su cuerpo, y también hacía ruido con diferentes objetos para darles toques musicales.
En 1984 comenzó a tocar la guitarra y, a pesar de su discapacidad visual, eso le impidió continuar con la música, pero un maestro le enseñó lo básico de los tonos de la guitarra y con el tiempo aprendió las armonías; luego aprendió los requintos en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, cuando cursó la primaria.
“Lo que antes era un hobbie para mí, ahora lo convertí en un sustento, y el tener la relación de amigos es el concepto de la música, porque cuando inicié fue en 1988 y en 1992 estuve con un grupo de música de Tepechitlán llamado Amigo”, expuso Martín Castro.
En abril de 1992 pisó las tierras tlaltenanguenses, para después estar 10 años con la Banda La Herencia; en septiembre formó parte del Mariachi Juvenil de Don Indalecio Sandoval; a pesar de que fue integrante de varios grupos musicales, él siguió tocando para la gente en las calles de los diferentes municipios de la zona sur de Zacatecas.
La preciosa voz que caracteriza a Martin Castro fue obteniéndola con la práctica y por su oído musical; a pesar de su discapacidad, se considera una persona común o normal, ya que se la pasa viajando a diferentes lugares de la República y al interior de Zacatecas.
Castro Valadez actualmente no está en ninguna agrupación musical, pero tiene giras y presentaciones en diferentes lugares, y cuando se encuentra a algún colega, se echa sus palomazo en cualquier parte en donde se encuentre.
El Gorrioncillo de Tepechitlán dijo que cada vez que conoce a un músico nuevo, siempre le deja esta frase: “la música rompe barreras, crea amigos y alegra corazones”.