Chalchihuites. Aún no amanecía y decenas de personas ya estaban en distintos montículos que servían de observatorio con la mirada fija en el horizonte, esperando la salida del sol.
La mayoría eran personas despistadas que creyeron que como cada año, el 21 de marzo entraría la primavera y se realizaría el equinoccio; sin embargo, por ser año bisiesto el fenómeno se registró el domingo.
Con celulares y grabadoras preparadas, bien abrigada y algunos hasta envueltos en cobijas, salieron de los campamentos que instalaron durante la noche del domingo y se alistaron para recibir los primeros rayos del sol de la estación en la que se renueva la vida natural.
Personal del museo de Altavista -abierto al público en 2008- que cada año orienta a los visitantes sobre dónde recibir la nueva energía y reencontrarse con la naturaleza, también se apresta para lo propio y por unos segundos hacer a un lado su labor para cargar pila positiva, lo mismo que elementos del Ejército Mexicano, de la Policía Estatal Preventiva (PEP) y de Tránsito del Estado que llegaron desde mediodía del domingo para brindar seguridad al evento.
Con la vista clavada en el cerro del Picacho Pelón en cuya cima la gente esperaba la salida del sol ocurrió el fenómeno, justo a las 7:14 horas; sin embargo; al haberse recorrido un día, el sol salió, desde este punto de vista, a unos centímetros de la cima, pero en realidad a kilómetros de ella.
Eso, al final de cuentas, no importó a los asistentes, que dicho sea de paso, a decir del personal del museo, fue mucha menos que en otros años, cuando se ha registrado un
lleno total, decenas de casas de campaña y gente animada en la actividad músico-cultural que se extiende hasta las 5 horas.
A la par, los Voladores de Papantla también se habían preparado para la ceremonia en la que muere el invierno y da paso a la vida de la primavera: subieron hasta lo más alto del asta en la que realizan una danza y atentos, esperaron los primeros rayos del sol que salieron por un lado del Picacho Pelón.
Fueron unos minutos en los que gente extendió sus manos hacia el sol, otros practicaron algo de yoga, algunos más simplemente se sentaron y oraron por un año más de vida y otros más sólo se quedaron observando el cielo, azul, sin nubes, que permitió apreciar con claridad el fenómeno.
Luego vino la algarabía: gritos de emoción seguidos de fotografías en grupo, solos y muchísimas selfies; unos a otros, entre policías, de ellos a la gente y hasta militares accediendo a tomarse algunas con quienes se lo pidieran.
Posteriormente, en grupos se extendieron a conocer los restos arqueológicos de una de las culturas más importantes de Mesoamérica.
Previamente, el gobierno municipal había organizado un evento cultural para recibir a la primavera, entrada la noche del 20 de marzo, que, debido a problemas con la planta de luz demoró poco más de dos horas en iniciar; el espectáculo de danza autóctona y los Voladores de Papantla fueron la principal atracción.
Altavista
La zona de Altavista, en Chalchihuites, se localiza casi sobre el Trópico de Cáncer, orientada de tal manera que las esquinas de las estructuras descubiertas coinciden con los puntos cardinales, no poco común en Mesoamérica, según estimaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Desde los cerros se aprecia el alineamiento del sol con los cerros Picacho Pelón y Chapín, así como la colina del Pedregoso, lo que permite observar el desplazamiento anual del sol y anticipar los cambios de las estaciones en el transcurso del ciclo agrícola.
Se estima que este centro ceremonial fue concebido por sacerdotes relacionados con Teotihuacán, quienes definieron la construcción del lugar visto desde tres puntos que confluyen en el cerro Picacho Pelón y representan los equinoccios de Primavera y Otoño, así como los solsticios de Verano e Invierno.