Zacatecas.- Hans Hiram Pacheco García, director de la Unidad Académica de Psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), alertó del impacto que la inseguridad tiene en los niños.
En el marco de la clausura del séptimo Congreso Internacional de Psicoanálisis realizado en la capital del estado, el especialista dijo que los infantes tienen una mayor empatía hacia sus semejantes, por lo que resienten más los sucesos violentos de los que éstos son víctimas.
Aclaró que los menores son conscientes de la muerte desde los 3 años y que el fallecimiento de otro niño por causas violentas tiene un peso especial sobre ellos, debido a que son más susceptibles, ya que “se identifican con la persona a la que se le hizo daño”, precisó Pacheco García.
Lo anterior, luego del reciente asesinato del niño Johan, de 5 años, ocurrido en la colonia El Ete, de Zacatecas; el menor murió en un ataque armado en el que también pereció uno de sus tíos, mientras que su padre resultó herido.
En su funeral, varios de sus primos y compañeros de escuela –la mayoría niños de corta edad– lo acompañaron y rompieron en llanto ante el suceso.
El especialista puntualizó que, además, los pequeños conciben miedo como una respuesta a estos hechos, pues creen que fácilmente puede ocurrirles lo mismo.
Entre las consecuencias de estos hechos, hay casos en que a los niños les da temor volver a salir a la calle o a realizar actividades cotidianas, como ir a la tienda, ya que recuerdan que por un acto como ése murió uno de sus familiares, amigo o compañero de escuela.
“Es fácil que los niños se sugestionen; en ese sentido, hay que ver la clave de cómo los padres abordaron las situaciones en sus hogares”.
Destacó que cuando ocurre un suceso como la muerte violenta de un niño, en los círculos cercanos, como escuelas o colonia, las reacciones deben ser vigiladas; “no es un asunto del todo sobre el duelo, como pérdida, también es el ambiente y cómo lo toman los padres”.
Hans Hiram resaltó que los pequeños, después son víctimas de las reacciones de los papás, pues si éstos generan enojo o la tristeza se prolonga, también las padecen los hijos.
Por ello, recomendó a los padres tratar el asunto con tacto; “la clave es cómo abordaron el tema en cada una de las situaciones consecuentes a la muerte del menor”.
En ese sentido, subrayó la importancia de que se explique el suceso a los menores que tenían contacto con la víctima, “porque si a veces la cuestión de la muerte no se tiene bien elaborada en los adultos, mucho menos en los niños”.