Al abordar el último tercio del sexenio y en la antesala de la definición de candidaturas y proyectos, no está de más revisitar el muy sobado espectro ideológico. Su utilidad es múltiple y en ello pueden estribar las identidades propias, aunque sobre eso abundaremos más adelante.
Está la extensa derecha mexicana: de sobra conocemos su urticante negación a aceptarse como tal. Y es amplia porque entre sus integrantes hay de todo: promoventes, corifeos, patrocinadores, protagonistas de antaño, neoliberales, políticos activos, políticos sin hueso, empresarios, empresarios sin empresas, presentadores sin programas, comunicadores con y sin credibilidad… sigue siendo laborioso (cuando no difícil) definir al espectro ideológico.
¿Qué es la derecha? Acaso su signo más identificable es privilegiar al libre mercado reduciendo al mínimo la conciencia de clases. En una recta imaginaria tendríamos al estatismo contra el libremercadismo donde este último es abrazado y sus postulados de financismo global como la competitividad y la iniciativa privada como la madre promovente (o una de ellas) de todos los progresos.
En contraparte la conciencia de clases con la perspectiva crítica del marxismo es lo más cercano y definible como izquierda. Tampoco dejamos de lado las pugnas —esas sí— ideológicas relacionadas con perspectiva de género y otros temas, pero hemos de encontrar tanto a la izquierda como a la derecha más o menos a gusto con esas cohabitaciones.
El señalamiento es oportuno porque se avista un reagrupamiento con una variante más allá del nombre, Mexicolectivo y el reclutamiento de figuras históricas “de la izquierda” como Cuauhtémoc Cárdenas, que no duró nada en ella tras la desactivación provocada por el presidente López Obrador. Mexicolectivo ahora presenta una dificultad taxonómica, de definición: es un experimento de Movimiento Ciudadano y en estricto rigor podría resbalarse de las manos a quien pretendiera encasillarlo como derecha.
Se podría interpretar como un experimento de la agrupación de Dante Delgado para intentar gravitar a políticos y propuestas trascendiendo a partidos y cuadros que fácilmente podrían desgastarse en las pugnas diarias. En sus postulados hablan de “justicia distributiva” y otros conceptos asociables con el espectro de izquierda.
La otra agrupación política nutrida de activismo y recursos y en virulenta oposición a la 4T es “Va por México”, del magnate Claudio X. González y afines. No varía en nada a su abierta filia a los postulados de mercado y nostalgia por el régimen neoliberal con superficial autocrítica.
Es cierto que Mexicolectivo y Va Por México no son equiparables, aunque también lo es que, en un imaginario ejercicio de lógica y conjuntos, también comparten círculos y cuadros (baste el deja vù que implican figuras como Salomón Chertorivski, Josefina Vázquez Mota o José Narro).
En contraparte tenemos a la izquierda que a estas alturas implica una paradoja propiciada por otras circunstancias, como que en el morenismo estén agrupadas figuras que no se asocian en el espectro con la conciencia de clases. Esa contradicción fue airadamente señalada desde la misma campaña de 2018 cuando el lopezobradorismo reclutaba de todas partes: desde un Germán Martínez o una Lily Tellez, hoy tránsfugas ya asentados en su quintaesencia.
López Obrador ha tenido que aprender a vivir con la realidad de que el mismo dotó de plataforma y posición a algunos de sus opositores más virulentos.
El espectro, de tan amplio nos plantea una pregunta introspectiva, ¿qué con nosotros? ¿Dónde nos ubicamos?
¿Se ha preguntado usted su propia inclinación ideológica? Le propongo un ejercicio, amable lector. Vaya al omnipresente Google y busque criterios como “brújula política”, “8values”, o “test político” y tome los respectivos tests con los ojos y la mente muy abiertos. No descarte ser sorprendido por usted mismo.
Y volvamos pronto a discutir el tema.