Hace algunos días, tuve la oportunidad de participar en un encuentro de especialistas en educación realizado en Zacatecas, en donde el tema de la tecnología aplicada a este rubro, ocupó un lugar central y por consiguiente, se realizaron aportes bastante interesantes por parte de docentes y alumnos.
Desde luego, el punto de partida cuando se habla de la tecnología en los procesos de enseñanza-aprendizaje es cómo encontrar la manera de capitalizar los avances de la ciencia y la tecnología en aras de la educación, así como el hecho de que hoy tanto niños, adolescentes y jóvenes, destinan parte importante de su tiempo a navegar en la web, interactuar con otras personas en las redes sociales digitales y consumir variedad de contenidos -principalmente para entretenimiento- en estas plataformas.
Este fenómeno se explica, según UNICEF, a partir de que la construcción de la identidad de adolescentes y jóvenes, hoy se da principalmente en el mundo virtual, aunque no exclusivamente. Se traslada al ciberespacio el sentido de pertenencia y aprobación de sus pares y esta aprobación hoy se mide en likes. Signo de los tiempos. (UNICEF Uruguay, 2020)
Lo anterior aunado a que está consagrado como derecho, el que niñas, niños y adolescentes tengan acceso a las tecnologías de la información y comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido el de banda ancha e Internet, en términos de lo previsto en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. (Sipinna, 2018)
De igual manera, en México según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih) 2021, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en colaboración con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en 2021 había 88.6 millones de personas usuarias de internet, lo que representó 75.6 % de la población de seis años o más. Esta cifra reveló un aumento de 4.1 puntos porcentuales respecto a la de 2020 (71.5 %), mientras que los principales usos de internet fueron para comunicarse (93.8 %), buscar información (89.9 %) y acceder a redes sociales (89.8 %). La actividad para buscar información disminuyó de 96.9 a 89.9 % en el mismo periodo.
Por lo tanto, existe una oportunidad invaluable de mejorar la dinámica en las aulas, a partir de realizar una interesante combinación de la pedagogía con la tecnología.
¿Cómo lograr que todos los recursos, contenidos, bancos de información y plataformas originalmente creadas con fines de entretenimiento como las redes sociales digitales YouTube o TikTok, por ejemplo, pasen a formar parte de una nueva manera de transmitir y asimilar el conocimiento en las aulas? ¿Cómo transformar una clase tradicional en una innovadora que contribuya a mantener interesado al alumnado, retener el conocimiento y mejorar el logro en los aprendizajes? No se requiere gran inversión, sí bastante imaginación y creatividad, además, por supuesto, mejorar la conectividad en los espacios educativos.
Entre las buenas prácticas que conocí en ese encuentro, llamó mi atención el uso del Código QR para programar diversas actividades para los alumnos, ello genera el interés y hasta la curiosidad de lo que hay detrás de ese código, aunado a que requieren utilizar el celular para enterarse de las instrucciones precisas que el docente ha programado ahí. Hoy desde la infancia, el celular es un artefacto de uso cotidiano en términos generales.
Ello da cuenta de que existe una visión renovada a partir de las lecciones que la pandemia dejó, respecto de la enseñanza virtual que privó durante el 2020 y 2021, es por ello que para 2023, el metaverso, la inteligencia artificial, las aulas colaborativas, el aprendizaje automático, la tecnología sostenible, la relevancia de las STEM y la ciberseguridad, toman relevancia en la esfera de la educación.
Se visualiza que estos desarrollos tecnológicos impulsarán el aprendizaje desde la experiencia, la integración de grupos pequeños de estudiantes que desean desempeñar labores en equipo y organizarse para ello, aprender a gestionar la seguridad de un equipo informático o generar soluciones a problemáticas concretas (STEM), con la expectativa de formar alumnos con habilidades diversas que en futuro cercano, les abrirán camino en espacios laborales bien remunerados en donde la tecnología es el centro.