Histórico triunfo de los migrantes
Mujeres latinas que aún siguen vivas y que fueron esterilizadas en hospitales de California, entre 1960-1979, ganan la aprobación de una ley de reparación del daño físico y moral por haber sido esterilizadas sin su consentimiento. Este programa de esterilización comenzó en 1909 y se extendió hasta 1979. Wendy Carrillo, Asambleísta por California, de origen zacatecano y salvadoreño, consigue, en un segundo intento, la aprobación de una ley que favorecerá con indemnización de hasta 25 mil dólares a todas aquellas mujeres que fueron mutiladas de sus órganos reproductivos (https://www.swissinfo.ch/spa/eeuu-esterilizaci%C3%B3n_california-indemnizar%C3%A1-a-los-supervivientes-de-su-programa-de esterilizaci%C3%B3n/46784780).
En los meses que siguen, hemos de darnos a la terea de localizar a todas aquellas mujeres que tienen derecho a la indemnización por parte del estado de California; sin embargo, aún hace falta conocer en específico la ley que las protege y el procedimiento a seguir. No está demás subrayar que este tipo de victorias sólo son posibles cuando el liderazgo comunitario de nuestros migrantes consigue mirar más allá de México; en lo cual no siempre se tiene conciencia de ello. Esta es una de las distorsiones que limitan el reconocimiento de derechos de los inmigrantes en Estados Unidos.
Todo empezó en 2016, cuando Renee Tajima-Peña y la productora Virginia Espino se propusieron desenterrar los hechos a través un documental que “… se centra en la denuncia que diez mujeres latinas interpusieron ante los juzgados de Los Ángeles por haber sido esterilizadas cuando fueron a dar a luz en el hospital Los Angeles County-USC”. El caso salió a la luz gracias a Bernard Rosenfeld, un joven doctor del hospital que en los años 70 percibió malas prácticas en el área de maternidad. https://www.telemundo.com/noticias/noticias-telemundo/documental-recrea-polemica-esterilizacion-de-latinas-en-anos-70-en-california-tmna1040316).
¿Cómo fue que se justificó este programa? En la década de los años 60, en los países desarrollados resurgió una corriente de pensamiento neomalthusiana que buscaba limitar el crecimiento de la población como parte de los programas de desarrollo. Según ese enfoque, sin que yo coincida o justifique, el alto crecimiento de la población provoca pobreza y subdesarrollo; de ahí que desde las Naciones Unidas se buscara avanzar hacia la “transición demográfica” y se fomentaran múltiples programas de control de la natalidad. No está por demás señalar que en no pocos casos se impuso un control forzado de la natalidad; pero, lo patético es que, en Estados Unidos, esos programas avanzaran hacia la esterilización no consentida.
Poco tiempo atrás, en Estados Unidos se había desencadenado el temor injustificado que podría provocar para la “seguridad nacional” el hecho de que los inmigrantes latinos, principalmente de origen mexicano, mostraban una alta resistencia a integrarse plenamente a la sociedad estadounidense. El fracaso del modelo integracionista se justificaba comparando la rápida integración de los inmigrantes europeos y asiáticos que llegaban a Estados Unidos. Ese temor, se decía, podría “degradar” la cultura de la sociedad estadounidense, pues, los mexicanos se distinguían por procrear familias numerosas que tarde que temprano se transformarían en un crecimiento de la población no nativa. Este tipo de argumentos se radicalizaron durante las crisis económicas de ese país, las cuales sirvieron para criminalizarlos.
“En Estados Unidos, entre 1920 y 1930 se desarrolló toda una corriente de pensamiento ideológico que consideraba indeseables a ciertos grupos sociales, principalmente a los inmigrantes latinos y población afroamericana. Se trata de un programa eugenésico cuyos criterios eran racistas y discriminadores mismo que estuvo vigente hasta 1979 (https://www.swissinfo.ch/spa/eeuu-esterilizaci%C3%B3n_california-indemnizar%C3%A1-a-los-supervivientes-de-su-programa-de-esterilizaci%C3%B3n/46784780)”.
“En la primera mitad del Siglo XX, aproximadamente 60,000 personas fueron esterilizadas a través de programas de eugenesia en los Estados Unidos. Diferentes leyes en 32 estados permitieron a funcionarios públicos en instituciones estatales, así como de salud pública y trabajo social, esterilizar a las personas que ellos consideraban ‘no aptas’ para tener bebés (https://theconversation.com/la-esterilizacion-forzada-perjudico-a-miles-en-california-especialmente-a-las-mujeres-latinas-93768)”.
Por supuesto, en las décadas de los 60 y 70 en Los Ángeles, California, había migrantes principalmente de Jalisco, Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Colima, Durango, Nayarit, Aguascalientes y Zacatecas; así que todas esas entidades tienen mujeres víctimas que en su etapa reproductiva fueron mutiladas sin su consentimiento. Asistían a los hospitales a “dar a luz”, a veces de su primer embarazo, y salían esterilizadas. Se daban cuenta cuanto varias de ellas ya no lograban embarazarse o cuando tuvieron que acudir a atención médica y se les informaba que ya no tenían útero o que tenían ligadas las Trompas de Falopio.
“En 2018, la senadora estatal Nancy Skinner (demócrata de Berkeley) presentó el primer proyecto de ley que demandaba el establecimiento del Programa de Compensación por Esterilización Eugenésica (https://khn.org/news/california-legisladores-buscan-indemnizar-a-personas-esterilizadas-por-el-estado/)”.
Pero, ¿por qué un estado, a través de sus políticas públicas es capaz de semejantes atrocidades? En la literatura científica sobre el “estado de excepción” se señala que cuando la seguridad de un país está en peligro, el Estado tiene facultades para suprimir todas las leyes e imponer a la población distintas medidas coercitivas, como sucedió en Alemania con el establecimiento de los campos de exterminio contra los judíos, de los cuales persiguió y eliminó a más de tres millones. A los judíos se les consideraba “una plaga que se multiplicaba con rapidez”. Aunque parezca increíble, su extermino se justificó como un acto heroico basado en el más radical nacionalismo. Y es que, como señala a Georgio Agamben, el nacionalismo nativista se convierte en un credo de superioridad nacional donde se radicalizan las posturas que ponen en duda su pureza.
Sirva esta breve reflexión como un esfuerzo para un convenio de colaboración entre la UAZ y la Universidad de Berkeley, a través del programa The Health Iniciative of the Americas para retomar, desde la salud pública, este acto de justicia social.