GUADALAJARA. El matador de toros Arturo Macías está que no cree en nadie: plaza que pisa, plaza en la que triunfa. Ahora lo hizo en la Nuevo Progreso al cortarle una oreja a cada toro de su lote de la ganadería de Arroyo Zarco.
Mientras tanto, Fauro Aloi firmó una buena tarde con su lote; sin embargo, las fallas con el rejón de muerte no le permitieron tocar pelo. Juan Pablo Sánchez, si bien aquilató una buena labor con el toro que cerró plaza, toreando con mucho empaque, también dejó escapar la posibilidad de tocar pelo.
Aloi vs Apoderado
El primero de la tarde fue Apoderado, de 475 kilos, tocando en suerte al rejoneador Aloi, que se rodó con mando, colocando un rejón de castigo. Buscó desde el inicio llevar al toro muy templado, dejó una banderilla en buena colocación, el cite siempre de frente, con el caballo dando el pecho, para después llevarlo de costado.
La segunda banderilla con gran espectacularidad, batiéndose y después generando emoción al torearlo de costado. El carisma nato y la buena interpretación del toreo; mientras al toro le faltó la entrega que le sobró a Fauro, quien siempre temerario, aguantó haciendo bien las cosas y ejecutando un quiebro que ha salido deletreado.
Banderilla al violín con buena ejecución. El carrusel con tres banderillas cortas para cerrar su buen paso por la Nuevo Progreso. Salida al tercio.
Tesón en la plaza
Arturo Macías se abrió de rodillas con el capote para dibujarse con torería frente a su primero. La entrega llegó con el vibrante quite que ejecutó. Buen comienzo de faena del hidrocálido que plantó por el pitón derecho, extrayendo buenos muletazos. Pronto la faena tuvo esa emoción, la entrega de un torero que corrió la mano con mucho mando ante un toro que tuvo un fondo de nobleza.
La faena muy pensada, siempre con un paso que llevara a algo más, y por eso lo probó por el lado izquierdo, donde el de Arroyo Zarco ofreció menos. Hasta el final prevaleció el deseo de Macías por seguir toreando, siempre con transmisión al tendido y las buenas series que cuajó. Gran estocada para cortar una oreja.
La vocación de Juan Pablo
El tercero, Testarudo, de 500 kilos, toro bravo, exigente, con el que Juan Pablo Sánchez no lo pensó dos veces. De rodillas, un temerario inicio de faena del que después con poder y verdad lo ligó por el derecho.
El toro rajado y con peligro latente, pero la raza selló la piel de Sánchez, quien tuvo una auténtica lucha.
La vocación se siente cuando sabes que a pesar de las adversidades tienes que apostar todo y, sin duda, esa fe en sí mismo la tiene Sánchez, quien estuvo con todo hasta el final. Palmas.
Ovaciones para Aloi
Fauro Aloi sometió, por su parte, a Parrandero, de 485 kilos, segundo del lote del rejoneador, desde el inicio, al rodarse. Colocó dos rejones de castigo y después hizo una actuación con mucha determinación y calidad, con un toro que tuvo su dureza pero con el que logró imponerse.
Lo anterior lo reflejó con las banderillas, en buen sitio, con los caballos puestos para ir de la mano y fundirse en momentos que la afición reconoció y valoró.
Fauro lució siempre con espectacularidad con las banderillas y ha sido una pena que no estuviera certero con el rejón de muerte. Fue ovacionado con fuerza en el tercio.